¿Chicos “santurrones”?

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

Los buenos modales, la atención por la persona, la sensibilidad emocional se encuentra en la pendiente de un trapecista, es decir, desequilibrándose y en conjunto con ello, el sentimiento de la espiritualidad lo acoplan a todas estas características a los que hoy consideran niños “sobre educados” o “santurrones”. ¿Qué buscan los jóvenes, qué desean de parte del otro? Es acaso la violencia, el maltrato psicológico, las relaciones irresponsables lo que determinan tanto una amistad o un noviazgo.

Cada vez es más sorprendente que los jóvenes no acepten tener interacción con otros jóvenes que se muestran amables con ellos; para la situación de las mujeres, pareciera que los detalles de abrir una puerta, de cederle el lugar, una rosa o un detalle les molesta, las irrita y en el caso de los varones, las chicas que son amables, conversadoras y en algún momento halagadoras las califican de <melosas o santurronas>. El término santurrón es un problema tan ambiguo entre los jóvenes, que a veces sorprende y otras espanta. Mientras, que por otro lado, revistas destinadas a los jóvenes han hecho toda una tipología de lo que es un santurrón y las medidas que se debe tomar para “alejarse de inmediato de ellos”, entre esas gansadas se encuentra: no salir con alguien que se acuerde del día en que te regalaron una mascota, alguien que diga “los que tú digas, dispongas o creas me es una complacencia”, alguien que nunca se altere o alguien que cierre los ojos, salga de la habitación o del probador mientras las persona se está haciendo un cambio de ropa.

¿Hasta donde va llegar la construcción de la sociedad joven y bajo qué valores los medios van a colaborar con ello? Existen artículos dentro del campo de la psicología que llegan a definir el tema de la santurronería como: “lo primero que necesitamos es la moral, porque sin esta no hay nada, todo lo demás que venga después, y así se escapan huyendo para refugiarse en esa inercia pesada y horrible de la falsa moral”, por qué a los jóvenes con responsabilidad social, con carácter situado en la reflexión y el pensamiento son calificados como “santos de chocolate”, esto más que una estratificación social es un insulto a la persona, y con mucho temor, se puede decir que esto sucediendo porque los jóvenes se están acostumbrando a vivir en medio la violencia, del maltrato, del olvido del Yo interior que puede dialogar con los demás.

¿Qué tanto espanto les causa que alguien los llame santurrones? Acaso se trata de una personalidad peligrosa, que puede matar o herir. No será que los jóvenes se están perdiendo la oportunidad de crecer con nobleza y humildad, no será que se están escondiendo en el abismo de la ignorancia tanto social como cultural para no acercarse al sentimiento espiritual.

Es más peligroso aceptar los <nuevos roles sociales> que se establecen bajo paradigmas incongruentes, que alejarse de lo que unos o muchos comienzan a creer que son las personas santurronas como gente peligrosa, es más peligroso aquél que los critica y vive en el egoísmo, la falsedad y la hipocresía social.