Estrés: lo más moderno

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

Hoy, en la actualidad quién no padece un poco de estrés, a quién no le ha venido a complicar más una situación y traer en conjunto un seria depresión. Sucediera que está enfermedad, se puede comprar empaquetada con el “plus” de la curación, porque es lo más modernos en nuestros días. 

Se ha comercializado tanto, que por todos lados y en todos los medios la anuncian a grandes voces; el estrés es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio emocional de la persona. El resultado fisiológico de este proceso es un deseo de huir de la situación que lo provoca o confrontarla violentamente. En esta reacción participan casi todos lo órganos y funciones del cuerpo, incluidos cerebro, los nervios, el corazón, el flujo de sangre, el nivel hormonal, la digestión y la función muscular”, y la mayoría de las personas es victima de esta modernización, que llega en los aceleres de una vida urbana, que no respeta edades, y mucho menos prioriza al género, todos han caído en sus redes. Los adolescentes están estresados por los exámenes, porque tienen que leer y hasta porque los padres les llaman la atención, los niños se estresan con la violencia, el ruido, la falta de sueño que provoca está enfermedad moderna, los hombres porque no tienen empleo o porque tienen mucho, porque gana o pierde su equipo de fútbol, las mujeres porque no tienen la suficiente ropa, está subidas de peso, sus parejas les han sido infieles, etcétera. No obstante, detrás de lo superfluo, lo material, lo mundano, lo obligacional, se encuentra lo emocional y el estado interior de quien padece el “famoso estrés”, que no ha sido más que un invento para diagnosticar que la vida rápida, sin reflexión, sin tiempo para meditar y el vacío que se le deja al sentido de religiosidad y espiritualidad, puede provocar desolación.


El estrés suelta al cuerpo humano la necesidad de paz, de pensar un poco en la salud del alma para no dañar la salud física; ahora resulta que cualquier suceso puede provocar estrés, y no se ha pregunta por qué las mujeres del campo no tienen estrés, quizás porque permiten asombrarse por haber dado a luz un hijo más ala familia, probablemente porque se encuentran tan ocupadas en la cosecha que el suceso de una ciudad acelerada no se los provoca; al mismo tiempo, ¿quién ha reflexionado acerca de su embarazo y la nueva vida que está por llegar o ya llegó, quién no ha pensado lo que deja ser el mejor estudiante, el hombre más trabajador, quién no ha permitido que hable su corazón, quien no ha dejado un poco la razón para guiarse por los sentimientos?. Quizás si, se permitiera que el mundo se sensibilizará más, que abriera sus puertas al camino de Dios y su justicia, se visitaran más templos en oración contemplativa, eso moderno que han traído las grandes ciudades, las grandes ambiciones, y que lo han denominado estrés desaparecería.

Si le permitiéramos al cuerpo y al alma un poco de aquella tranquilidad que parece tan lejana y que ha ido, entre el bullicio de la gentes y las preocupaciones cotidianas, se sufriría menos desolación, no le permitiríamos la entrada a la depresión y mucho menos al intento de suicidio. Valdría la pena, reflexionar sobre está modernidad estresada que está dejando huella palpable en todos los rincones.