Mitos que acosan el año nuevo 

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

El año nuevo es una época de encantos y no de desencantos, no de mitos, y mucho menos de supersticiones que rodean a los jóvenes; lamentablemente como ya se ha dicho en una variedad de artículos, nuestros jóvenes están expuestos constantemente al bombardeo del consumismo y de las falsas de las ideologías; de las creencias depositadas en objetos materiales que les llenan la cabeza de ilusorias ideas, que lamentablemente se convierten en mitologías que debido a la costumbre se refuerzan y se quedan para convertirse en una tradición, a la que dan relevancia. Tal es el caso, del intercambio de lencería roja que según las insolubles creencias “permitirán conocer el amor ideal” o la lencería amarilla “que les brindará prosperidad y dinero”. 

Esto sucede en muchas partes del mundo, no sólo en México, si no que acosa a miles de jóvenes que se encuentran a disposición de los mercaderes, que no saben que hacer para seguir consiguiendo ganancias económicas, existen revistas que denominan a este mito una <nueva forma de construir un Belén>, basta ya de tanta ignorancia, los medios de comunicación y los encargados de la publicidad deben rescatar su compromiso ético para frenar este tipo generación de consumo; por otro lado, los jóvenes se enfrentan a la aceptación de la superstición material e inmaterial, porque estos se ven convulsionados por el carácter euro centrista, debido a que en Italia está idea de la opción de regalar lencería se encuentra muy arraigada.

Es una preocupación muy fuerte pensar cómo los jóvenes están siendo asediados e interceptados por diferentes ideas que no transmiten ni el espíritu de la Navidad y el Año Nuevo, sino que convergen dentro de una incursión de una problemática de sentido cultural, económico, social y religioso; tristemente hay posturas que tachan a esta problemática cómo algo que pasa sin afectar a nadie, sin embargo, cómo se atreven a considerar que la creencia que se depositan en este tipo de objetos e ideales son débiles, cuando los jóvenes las aceptan, y acuden a la compra de estos con la finalidad de despedir el año viejo y conseguir buenas “soluciones” para el año nuevo.

Todo esto gira dentro de la concepción de una cultura popular que se expande cada año, que abre puertas al sistema neoliberalista en que se está viviendo, a los cambios acelerados que sufren las sociedades, a la pérdida de valores en la que se está cayendo, la incertidumbre de reconstruir un esquema de pensamiento que no permite ir más allá de la reflexión. Es importante no culpar a la sociedades occidentales que hacían uso de otras costumbres, no culpemos solamente a los medios de comunicación, mejor preguntémonos por qué se aceptan fácilmente y sin cuestionamientos estas posturas que no depositan ningún bienestar al ser humano.

Despedir el año, es despedirlo con la creencia de empezar a vivir de forma mejor, de mantener mayor contacto con Dios y con el mundo, y no depositarlo en la ilusoria esperanza , que se desprende de un objeto como la lencería de color. Jóvenes, conviértanse en auto-críticos, cuestionen las ideas que llegan desde el extranjero, investiguen, pero sobre todo reflexionen sobre la aprobación de esperanzas artificiales.