Un cambio a través de la electricidad

Autor: María Velázquez Dorantes 

 

 

Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario.  Elbert Hubbard  

Después de 1960 en el campo de la comunicación se sufrió un colapso que vino a descubrir enormes tierras cableadas,  y que determinarían que el hombre se constituye en el espacio y el tiempo mediante herramientas electrónicas. Nuestro pasado y nuestro futuro iniciaron un proceso de comunicación diferente  a la relación emisor-mensaje-receptor, porque  se introdujo en él  el concepto “medio”, entendido como una máquina que viaja a la velocidad de la luz.  

Nuestro cerebro dejo las neuronas por los bits, nuestras manos se convirtieron en teclados electrónicos, nuestros ojos en monitores tridimensionales, nuestro cuerpo en un estanque situado frente a un ordenador. Nuestro pasado y nuestro futuro se quedaron en el mismo tiempo, porque la tecnología avanzo demasiado rápido y no nos dimos cuenta en que tiempo nos quedamos, si después de la Revolución Industrial o la  Sociedad de la Información y del Conocimiento, y está ha sido la rueda en la que hemos girado siempre, desde el gran invento: la escritura, adoptada al gran don: el lenguaje que no tiene raíces y que el hombre le ha dado un poco de evolución.  

Las formas de comunicarnos, justo por ese girar de la rueda, cambiaron dejamos atrás las señales de humo para centrarnos en el hipertexto, olvidamos nuestras voces para poner en utilidad los mensajes celulares acompañados de una imagen y un sonido. La tecnología vino a cambiar nuestra forma de pensar y comunicar, después de Gutemberg llego la lap top, después de las hojas volantes el periodismo electrónico, de una pintura rupestre una imagen tridimensional, la televisión, las ondas satelitales, etcétera.  

Los hombres nos hemos hechos máquinas que viramos en una oleada de información, antes ésta era escasa hoy nos hemos saturado de ella, pero como dice McLuhan  todos estos artefactos  son en realidad palabras, y es que en realidad somos hombres que viven en el lenguaje, somos metáforas que viajamos de un lugar a otro, conocemos la luna, vemos las estrellas, somos galaxias de letras que viajan en trenes de fibra óptica, un cerebro que camina entre dos vertientes: la humana y la de la máquina.  

Hemos revolucionado repitiendo nuestros actos, sólo que a cada uno de ellos le hemos denominado de formas diferentes, antes se cortaban las cabezas en el coliseo romano como forma de diversión y placer, hoy el hombre secuestra y mata por dinero, que le brindará placer. La tecnología que nos ha ido modificando no es mala, lo malo es el uso que le damos y ante este uso que no se nos olvide que todo nos comunica con todo.