Realismo en Fèdor Dostoievsky (II Parte)

Autor: María Velázquez Dorantes

 

 

“Jesús acrecienta la libertad del hombre”

El realismo, es decir, el real de Dostoievsky es el valor del detalle que él le brinda a cada situación, es decir, un detalle justo que refleja bien los procesos de vida del hombre. En los apuntes de Fèdor se encuentra como el escritor realiza experimentos tan reales, razonables para colocarlos dentro de su literatura.

El novelista tenía la cualidad de estar siempre informado de lo que sucedía a sus alrededores, puesto que él nada inventaba, todo había sucedido en los márgenes de la realidad; tenía el hábito de impresiones de la gente, observaba a detalle y hacia gusto de las conversaciones como herramientas para sus futuras obras.

El gusto por el detalle y la exactitud venía de la afición de leer los periódicos, el periódico para Fèdor es el instrumento indispensable para captar la situación más amplia y general. En palabras de Dostoievsky el periódico no es vil sino tienen la importancia de imprimir una realidad: la que se está viviendo. Muchas de sus obras tienen el marco de referencia de la prensa, puesto que son relatos con exactitudes de lo que sucedía fuera de su mente.

El realismo de Dostoievsky es la renuncia de las escenas fantásticas para comprender la belleza de la realidad, asimilando que la realidad es fantástica. El novelista se deja influir por la literatura gótica, sin embargo, no es un seguidor de ésta, sino que centraliza la visión gótica en algo antropocéntrico, en el mismo hombre.

Su realismo es artístico- creativo, puesto que para encontrar al hombre se necesita hacerlo en el propio hombre, y se tiene conciencia de su valor y relevancia como hombre.

Se le considera un realista en el sentido más alto por es capaz de presentar las profundidades del alma; tomando temas que van más allá de sus fuerzas. El surgimiento de este realismo lo vive en su estancia de cuatro años en Liberia, allí descubre y ahonda en los abismos de la existencia humana, el realismo lo hace meterse en profundo, abriendo los ojos más que nadie y justo en ese momento descubre a Dios, quizás en los más terrible, pero allí está su presencia.