El silencio de la incertidumbre

Autora: María Velázquez Dorantes

 

 

En estos tiempos hablar de incertidumbre parece referirse al estado político de la situación en la cual nos encontramos, sin embargo el silencio de la incertidumbre trabaja dentro de todas las perspectivas posibles. La incertidumbre se manifiesta en la construcción de las futuras familias y en la reconstrucción de las familias actuales. Existe un incremento en divorcios, madres solteras y niños en las calles, mientras que por otro lado se piensa y se realiza la fecundación in vitro, la inseminación artificial y la adopción por parte de parejas homosexuales; y tal incertidumbre provoca generar pensamientos sobre qué sucederá el día de mañana, si se trabaja desde la posición individualista, desde las perspectivas de género donde no se busca muchas veces la igualdad de la que se habla, sino la superioridad del uno sobre el otro, desde las convicciones “modernas y liberales”.
Por otro lado, la incertidumbre se ve plasmada en las campañas contra el SIDA, el cáncer, la depresión, la violencia, la inseguridad, el suicidio, la contaminación, etcétera, etc. Porque el mundo y los que estamos en el mundo somos generadores de mayores incertidumbres, dejando a un lado las necesidades espirituales que rescatan al hombre, la comunicación directa con Dios, el respeto por la naturaleza. El hombre se convierte en un desafiante de sí mismo, que se comporta como una máquina no pensante que tiene que estar generando formas de vida “cómoda y aceptables socialmente”; y no toma en cuenta el lado humano, aquel que despierta los sentimientos, las emociones, la ayuda por el prójimo, se es víctima y victimario del factor humano. Y cuando los complejos de está incertidumbre han rebasado las fronteras que no puede destruir el individuo, entonces sí hace caso de Dios, y más que caso se convierte a Dios en un factor, al que se culpa, al que se utiliza, al que es el mejor pretexto.

Basta de culpar a Dios de todos los errores que el hombre comete bajo su propio albedrío, la incertidumbre de encontrarse con Dios y consigo mismo impide que la vida sea revalorada, respetada y defendida; en lugar de amar a la vida sé esta destruyendo con grupo pro-abortistas, experimentos genéticos y atentados naturales.