¡Y soy Rebelde!

Autor: María Velázquez Dorantes

 

 

Un verdadero espíritu de rebeldía
es aquel que busca la felicidad en esta vida.
(Henrik Johan Ibsen) 


Rebeldía ¿ una característica de los jóvenes?. Probablemente sí. Sin embargo, hasta la propia rebeldía tiene sus limites y los jóvenes deben de estar consientes de ello, aunque últimamente este proceso de crecimiento se encuentre muy de moda y se vea en telenovelas, y grupos musicales, es importante descubrir que la esencia del joven no se encuentra etiquetada en una forma de conducta, aunque la televisión lo intente imponer como patrón a seguir.

Los jóvenes no deben de mostrar fragilidad ante amenazas de forma de vida, la trivialidad de pertenecer a un status social, a tener determinada ropa de “marca”, estar en grupos de amigos para ser aceptados socialmente, verse involucrados en las drogas o ir al antro, no otorga mayor valor en la persona, porque el valor de ser uno mismo no se condiciona por nada y mucho menos por los estilos que otros asignan. Todos ocupan un lugar especial, por las características propias de la personalidad, es decir, por las virtudes, los valores, las prácticas culturales, el carácter, la educación y no por “ser copia de la copia”, la originalidad hace del ser humano la autenticidad, aquello que en el bien se hace, convierte al hombre en algo más que especial.

La rebeldía como aspecto de conducta o comportamiento no está íntimamente ligada con sucesos negativos, sino que él por el contrario está puede ser usada para salir adelante, ¿cómo? A través del espíritu rebelde que lucha por alcanzar sus ideales, que ante las adversidades se comporta como un ser rebelde para superarlas, esto no quiere decir que le “vale” todo lo que esté sucediendo fuera de él, sino que la emplea como un factor de motivación para superar las contradicciones y ayudar a los demás.

Ser rebelde no debe significar estar en contra de los padres, ser jóvenes irresponsables, no tener ideales y sueños que perseguir, traer la última moda, exigir ser millonarios y mucho menos justificarse porque se trate de una etapa de vida; todo lo contrario, el ser rebelde debe ocuparse de ser el mejor estudiante, el mejor hijo, el mejor amigo, el mejor ciudadano. Y si la rebeldía se ve como un defecto, es mejor irrumpirse en tratar de convertirla en una buena virtud.

Que los estereotipos no condicionen a los jóvenes para su perdición, sino que se creen para sostenerlos en los valores universales, y la búsqueda constante por edificar estos valores, para que entonces sí puedan decir ¡ soy rebelde!. En beneficio de todos los que me rodean y en beneficio propio.