La Magia del entusiasmo

Los duraznos no están en crisis

Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.

 

Tengo en el jardín de mi casa un durazno que todos los años se llena de flores, y posteriormente de frutos. Cuando me llegan pensamientos de desesperanza me acerco a ese árbol y platico con él como con un amigo. "Ya vi en diciembre cómo podaba el jardinero tus ramas, podías haberte enojado, podías haberte negado a florecer en primavera, pero no, este año tienes más flores que nunca. Tu no andas en crisis, tú me enseñas tantas cosas".

Los duraznos, como los manzanos, no andan en crisis. Han asimilando lo mejor posible los fríos, los nieves del invierno. Su respuesta: flores y frutos en abundancia. En las conversaciones de la gente se repite mucho una palabra triste, amenazadora: "crisis". Estamos en crisis económica y la atmósfera que respiramos se llena de nuevo de inseguridad, se teme al futuro, se ve con preocupación el refrigerador vacío, los precios que se disparan, no alcanza para los frijoles, para un par de zapatos. Da la impresión de que unas nubes bajas agobiantes cierran el cielo de nuestro país.

Yo pienso en el durazno florecido, él no está en crisis, él no se deja impresionar por los fríos y las heladas, por la poda que le hicieron y vuelve a florecer como todos los árboles. No se trata de ignorar la realidad, la dura realidad que estamos atravesando, pero hay algo mucho mejor que lamentarnos y llorar.

Estoy convencido de que nos hacen mas daño los pensamientos y reacciones pesimistas frente a la crisis que la crisis misma. La crisis, el problema, está ahí, contundente, claro, pero yo estoy aquí. Puedo reaccionar de muy diversas formas, puedo desanimarme, hundirme, desesperar, pero puedo también ver la situación como un reto, como una oportunidad y transformar la crisis en un éxito.

Dos bebedores pueden sentarse ante sendas botellas medio vacías y experimentar dos reacciones diferentes. El pesimista dirá: "Ya solo me queda media botella", El optimista dirá:" Todavía me queda media botella". Tú puedes tomar con las manos una rosa con su tallo espinado y puedes pensar: "¡Qué pena
que las rosas tengan espinas!", o pensar "¡Qué maravilla que las espinas den rosas!".

La misma realidad, la botella medio vacía, el tallo de rosas con espinas, provoca dos reacciones totalmente opuestas; en uno alegría, en otro tristeza. Lo mismo sucede con la vida. En la vida hay rosas que nos alegran y hay espinas que nos pueden lastimar. Puedes fijarte solo en las espinas y amargarte o puedes contemplar las rosas y decir: "¡Qué bueno que las espinas puedan producir rosas".

Puedes cambiar tu vida, si cambias tu manera de pensar. Arranca de tu mente los pensamientos viejos, cansados, pesimistas e inyecta pensamientos alegres, positivos, optimistas. No debemos olvidar esto: nuestras vidas son el resultado de nuestros pensamientos. Somos lo que pensamos.

Los pensamientos negativos provocan en la vida de un hombre lo que una helada en las flores de un durazno: queman y matan las flores de la esperanza.