Reflexión espiritual
La mujer caritativa

Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.

Libro: Hacia las cumbres   

 

            

Es admirable ver a una mujer que pone en juego todas las cualidades que Dios le dio al servicio de los demás: abnegación, servicialidad, delicadeza, sencillez, amor.  

          Puedes encontrar personas que no te caigan bien por su físico,  sus gustos, defectos, su carácter incompatible. No te alarmes. Es rarísimo que todos te caigan bien y que a todos les caigas bien. Reacciona viendo en cada persona a Jesucristo. “Todo lo que hacéis  a los demás, me lo hacéis a mí”.  

          Para amar a ese Cristo rompe los prejuicios, machaca los egoísmos, no te dejes enredar por simpatías o antipatías. Habla con todos, haz el bien a todos, ayuda a todos...  

          Un consejo: Fíjate en lo bueno  que cada uno tiene –siempre será mucho- y olvida, entierra, sus defectos, sus errores...  

          Tu rostro pertenece a los demás: Sonríe siempre                        que puedas; no exhibas tus penas en público. A los demás regálales lo mejor que tengas: un rostro sereno, alegre, amable, tu simpatía, tu buen humor, las experiencias más nobles, tu amor a Jesucristo, tu buena educación etc.  

          Y, si alguna vez surge un roce, pide humildemente disculpas y restaña la herida.  

          ¿Qué decir de los enojos, de no dirigirse la palabra, de alimentar rencores, críticas, o la simple indiferencia en el trato? Eso nunca, por favor.