Obra de Dios, Obra de Amor

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

“Todo lo que es verdadero, noble, justo, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, vistes en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros” Fil 4, 6-9

Hace 80 años, un sacerdote con muchos carismas, inspirado y guiado por Dios, empezó una obra que ha obtenido frutos muy positivos para el progreso espiritual en el mundo entero.

Su lema principal era la de hacer un llamado a la santidad a través del trabajo diario y de las situaciones ordinarias de la vida, realizadas por amor a Dios, buscando la excelencia, viviendo a plenitud las enseñanzas de Jesucristo y siendo fieles a su Iglesia.

Era un llamado a realizar cada detalle de la vida para Dios, a vivir constantemente en su presencia, desde las situaciones más sencillas y corrientes de la vida cotidiana en la vida familiar, laboral y social, hasta la vida de oración.

Hizo mucho hincapié en la toma de conciencia del Amor de Dios como Padre quien nos trata como a sus hijos y nos invita a su presencia y a recibir su Santo Espíritu como el más valioso tesoro que nos ayuda a caminar hacia Él.

Realzó al trabajo como medio para construir un mundo mejor y para edificar nuestro propio carácter. A través del crecimiento en las virtudes convertimos el trabajo diario, en cualquier área en la que nos desempeñemos, como medio de perfeccionamiento y santificación, abriéndonos más a recibir las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad y trabajando y afianzando las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia, virtudes de las que se desprenden todos los valores humanos.

Le dio también mucho realce a la vida familiar como medio para vivir el amor de Dios reflejado en el amor conyugal, filial, fraternal y en todos los lazos entre todos los miembros de la familia, en los que se considera a cada ser humano como valioso e irrepetible digno de ser aceptado y amado incondicionalmente. La familia es el medio privilegiado por Dios para constituirse en iglesia doméstica, como primera célula de la sociedad en la que, a través del amor, nos vamos desarrollando como personas para realizar el proyecto de vida para el que hemos sido creados y poder alcanzar algún día el derecho a la vida eterna.

Invita también a comprometerse con los cambios sociales generados especialmente a través de la educación haciendo programas que abarcan los distintos niveles económicos y motivando y ofreciendo formación a los líderes de la sociedad para que se comprometan más con la construcción de una sociedad más justa, honesta y solidaria, más coherente con los valores cristianos.

En la vida espiritual ofrece programas de formación permanente, para que los cambios se den desde lo profundo del corazón humano que se abre a la Palabra de Dios y a la vida sacramental.

El sacerdote fundador es San Josemaría Escrivá De Balaguer y su obra se llama el “Opus Dei”, es una obra de Dios, una obra de amor, que anima a millones de personas hasta en los lugares más lejanos de los confines de la tierra, a ser fieles discípulos y misioneros de Jesucristo, obedientes a la Iglesia y propagadores del amor de Dios.