Gracias Dios mío

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

No me canso de elevar mis ojos a Nuestro Señor para darle gracias una y mil veces por tantas enseñanzas que nos ha regalado con la liberación y escape de Fernando Araújo, mi hermano del alma.

Dios nos prometió que lo que deseáramos lo pidiéramos por la intercesión de su santísimo Hijo y Él nos lo concedería, es mi deber dar testimonio que vale la pena confiar en esta promesa de amor porque se cumple.

El Señor nos concede que consigamos muchas cosas por nuestros propios esfuerzos y siempre nos invita a que lo que no está en nuestras manos solucionar, lo confiemos a Él. Hagámoslo que la recompensa es grandiosa. No hay amor más grande que el que Dios nos ofrece.

Continuemos orando y pidámosle al Señor que ponga sus leyes en nuestras mentes y las escriba en nuestros corazones para lograr la verdadera paz, que sólo Él nos puede dar, para ser mejores y construir una mejor patria, siendo justos, solidarios, generosos, íntegros y respetuosos de la dignidad humana.

Pongamos en las manos de Jesús los corazones y las mentes de nuestros compatriotas que nos dificultan el camino de la paz, que insisten en negocios ilícitos que genera dinero sucio manchado de dolor y sangre. El Señor nos invita a que pidamos por quienes nos persiguen o hacen daño, acojamos esta invitación y pidamos por la conversión de todos los que en nuestro país actúan al margen de la ley.

Pongamos en las manos de Jesús la vida de nuestros soldados y de sus familias y la de todas las personas que aún siguen secuestradas para que pronto podamos celebrar con ellos su regreso a disfrutar del derecho básico a la libertad.

Comparto con Ustedes la Oración que Fernando repetía en su cautiverio para que nos sirva de inspiración a todos:

“Gracias te doy Señor por tu amor, tu bondad, tu generosidad y tú misericordia.

Gracias Señor por acompañarme, por apoyarme y ayudarme, por cuidarme y protegerme, por guiarme y por iluminarme.

Gracias te doy Señor por darme la vida, la salud, la inteligencia, la voluntad y los dones de los sentidos.

Gracias te doy Señor por el don de ser el padre de mis hijos y el don de ser el hijo de mis padres, por ser hermano de mis hermanos y amigo de mis amigos.

Gracias te doy Señor por el Amor y la Fe, por la bondad y la gratitud, por la paciencia que me permite posponer la realización de mis deseos y permanecer tranquilo y por la esperanza de realizarlos.

Gracias Señor por el valor para enfrentar mis miedos y la fortaleza para superar el dolor.

Gracias Señor por darme la humildad y la sabiduría para aceptar y vivir el presente, la tranquilidad y la serenidad para afrontar los momentos difíciles y la alegría y la paz interior.

Señor bendice y protege a tus hijos que estamos secuestrados y a nuestras familias, a nuestros amigos, a quienes nos recuerdan, a quienes nos extrañan, a quienes nos esperan y a quienes nos olvidan”.

La dimensión espiritual es la más importante en el ser humano, es la que nos abre a los dones de Dios de la fe, la esperanza y el amor, sólo si enlazamos esa dimensión a nuestra realidad cotidiana tendremos una vida personal, familiar y social más plena y podremos cultivar las virtudes que harán que construyamos y disfrutemos del Reino de Dios.