Alimentar el entusiasmo

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

"Nada grande ha sido conseguido nunca sin entusiasmo". Ralph Waldo Emerson

¿Qué podremos hacer para alimentar el entusiasmo, perseverar en la búsqueda de nuestro desarrollo y continuar con ahínco en la conquista de nuestras metas?

Empezamos con nuevos ímpetus y bríos, pero si no hacemos un esfuerzo extra, la cotidianidad y los afanes diarios van apagando los sueños y ansias de mejorar.

Decía Dale Carnegie: "Un entusiasmo encendido, respaldado por determinación y persistencia, es la cualidad más frecuente para conseguir el éxito". Cuando planteamos nuestros sueños en unas metas determinadas, tenemos que tener conciencia de que debemos planear también la forma de animarnos a nosotros mismos en el camino, para seguir con entusiasmo, a pesar de los obstáculos.

Además de definir lo que anhelamos, tenemos que ir definiendo la ruta, los planes de acción que nos llevarán a concretar esas metas. Establecer metas de corto, mediano y largo plazo y así poder ir evaluando si estamos dando los pasos necesarios para lograr lo que queremos.

Para alimentar el entusiasmo es importante no poner la felicidad en el logro de las metas sino en el esfuerzo del camino, es decir, en los pasos que vamos dando para conseguir lo que anhelamos. Nos gusta pensar que cuando logremos esto o aquello entonces sí seremos felices. Y la vida nos va planteando nuevos retos, luego la experiencia de felicidad se nos va alejando. Es como si, por ejemplo, fuéramos a realizar un paseo: podemos poner todo el empeño en lograr el destino final del paseo y pensar que sólo entonces vamos a empezar a disfrutar. Podemos, en cambio, disfrutar desde la hechura de los planes, el trayecto, cada situación que vamos resolviendo para llegar al destino. Así habremos logrado mantener el entusiasmo durante todo el tiempo, incluso si deseamos replantear el destino final. Si disfrutamos de cada avance, de cada paso, el entusiasmo va a estar con nosotros y va a impulsarnos a continuar con más ánimo y motivación.

La mayor fuente de motivación, que puede encender siempre el entusiasmo, es encontrar el por qué y el para qué de nuestros actos. Tener conciencia de que la fuerza por la que se mueve el mundo parte del corazón del ser humano y que es en nuestro interior donde deberemos hacer el mayor esfuerzo por aclarar las metas y sueños que deseamos ver realizados, y luego empezar por nosotros mismos aquello que deseamos ver cristalizado en los demás. Como decía Gandhi: "Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo".

La mayor fuente de entusiasmo es descubrir los motivos por los cuales realizamos las metas. Cuando las motivaciones son trascendentales y dejan huella positiva en los demás, logran encender aún más el entusiasmo. Esas motivaciones muchas veces tenemos que descubrirlas.

En el diccionario Larousse definen la palabra entusiasmo así: "Viene del griego enthousiasmos, que significa inspiración divina. Es una exaltación producida por inspiración divina. Inspiración exaltada del poeta o del artista. Emoción extraordinaria del alma". Luego, es en la profundidad de nuestro ser, a través del silencio, la meditación y la oración, que vamos a encontrar la verdadera fuente del entusiasmo, al ponernos en contacto con el Ser Superior, con la voz interior, con nuestra esencia, descubriendo los motivos superiores para realizar nuestras metas y encontrándole sentido inclusive a las dificultades o problemas.