Evangelio - Historia y Reflexión...

La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Mateo 9, 35, 10,1.6-8

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Tú que para librarnos del pecado enviaste a este mundo a tu Hijo unigénito, concédenos, Señor, a cuantos esperamos sinceramente su venida, la gracia de tu misericordia y el don de la verdadera libertad.  Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Isaías 30, 19-21. 23-26

Salmo 146 Alabemos al Señor, nuestro Dios.

Mateo 9, 35, 10,1.6-8  “Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”

Hay que unirnos para la misión

La mies es abundante, pero los trabajadores pocos, rueguen al señor de la mies que envíe trabajadores a su mies

Hay una urgencia pastoral: Buscar trabajadores.

Curen enfermos, den gratis y Dios está cerca.

Cristo transmite su misión y los poderes a sus discípulos.

Es la misión de todos los bautizados

Misión que se concreta en la evangelización.

¡Ay de mí si no evangelizo!

Eso lo decía san Pablo.

Es la misión esencial de la Iglesia.

Que a la vez es tarea y misión.

La Iglesia está para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar

Además de ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios y perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa misa., memorial de su muerte y resurrección.

Le pedí a Dios

Le pedí a Dios estar en primera fila. Él me colocó en el último lugar para que conociera la paciencia y la humildad.

Le pedí ser el centro del mundo. Él me enseñó que la vanidad me aparta del centro de cualquier cosa.

Le pedí Fama y gloria. Pero Él me concedió sencillez y comprensión para que mi ego no fuera a herir a los demás.

Le pedí a Dios un auto que viajara veloz. Él me concedió un paso firme por el sendero correcto para que no atropellara mis sentimientos.

Le pedí Tener una mansión pero. Él me dio una pequeña casa llena de ternura y amor.

Le pedí poseer dinero para tener muchos amigos pero. Él me concedió algo mejor: me ofreció Su amistad no a cambio de mi dinero sino de mi sinceridad.

Le Pedí a Dios poseer mucha belleza y sin embargo. Él me dio sensibilidad y belleza espiritual, para que no me sintiera más que los demás.

Le pedí a Dios ser siempre feliz, pero. Él me hizo conocer la tristeza para que comprendiera que la vida no sólo esta compuesta de cosas bellas y para que tuviera compasión por el sufrimiento de los demás.

Le pedí un carácter fuerte pero. Él me concedió un corazón blando y un carácter pasivo para que pudiera amar y ayudar a los demás.

Por todo eso Dios mío. Nunca me concedas todo lo que te pido, concédeme lo que hasta hoy he tenido la dicha de poseer.