Evangelio - Historia y Reflexión...

La multiplicación de los panes Mateo 15, 29-37

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Habitaré en la casa del Señor toda la vida

Que tu gracia, Señor, prepare nuestros corazones para que, cuando venga tu Hijo Jesucristo, nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa y de recibir de sus propias manos el pan del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Isaías 25, 6-10 El Señor enjuga las lágrimas de todos

Salmo 22 Habitaré en la casa del Señor toda la vida.

Mateo 15, 29-37: La multiplicación de los panes  “En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino. Los discípulos le preguntaron: ¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre? Jesús les preguntó: ¿Cuántos panes tienen? Ellos contestaron: Siete, y unos cuantos pescados. Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado”

Signos del reino

Volvemos a las curaciones

Un banquete. Una comida brindada por Dios.

Es una invitación a los pobres (cojos, lisiados, mancos, enfermos) a una cena de solidaridad.  Salir de sí.

Luego invita a que todos hagan lo mismo:

«Mandó que la gente se sentara en el suelo».

El evangelio nos dice que:

Hay una invitación a construir la solidaridad.

Tenemos medios y recursos, lo que Jesús cuestiona es que nos los pongamos al servicio de los más necesitados.

El verdadero milagro, ser capaces de romper con nuestro egoísmo y dar de lo que tenemos para construir una comunidad más justa.

Siempre hijos de la caridad

Hoy en día es una obligación.

Es una norma de vida para sentir la presencia de Dios

Pero todo este bello ideal no se sostiene sin lucha.

Él nos espera, nos llama, nos curará de nuestras miserias y de las debilidades de quienes le sepamos presentar.

Denle ustedes de comer

En los discípulos una duda. ¿Dónde sacaremos tanta comida?

Pero Jesús sabe orar y de ahí el milagro. Confianza.

Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos.

Son cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

Enseñanzas:

 Jesús se preocupa y «siente compasión» de todo el hombre, cuerpo y alma.

A las almas Jesús distribuye la Palabra.

A los cuerpos la curación y el alimento.

Hoy en día nos preguntamos ¿Por qué no lo hace hoy también?

Observemos…

Que el acto de Cristo  no fue un truco de magia.

Preguntó. ¿Qué tienen para comer?

Invitó a compartir lo poco que tenían.

Hoy en día una mejor distribución, una mayor solidaridad y compartir.

La piedra milagrosa

            En un pequeño pueblo una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño correctamente vestido que le pedía algo de comer. Lo siento dijo ella- pero ahora mismo no tengo nada en casa. No se preocupe, dijo amablemente el extraño, tengo una piedra de sopa en mi cartera. Si usted me permitiera echarla en una olla de agua hirviendo yo haría la sopa más exquisita del mundo. Consiga una olla muy grande por favor.

            A la mujer le picó la curiosidad, puso la olla al fuego y fue a contar el secreto de la piedra a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquél extraño sujeto y su famosa piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cuchara con verdadera delectación y exclamó: ¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas papas.

Yo tengo unas papas en mi cocina! gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas a la sopa. El extraño volvió a probar el brebaje: ¡Excelente! Dijo y añadió: Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido más apetitoso.

            Otra persona que estaba a la expectativa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño tras aceptarlo cortésmente, introdujo en la olla. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: ¡Ah qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto.

            Una de las vecinas fue corriendo a su casa y volvió con una canasta llena de cebollas, tomates y pimientos. Después de introducir las hortalizas en la olla, el extraño probó nuevamente la sopa y con tono autoritario dijo: ¡la sal!

            Aquí la tiene, le dijo la dueña de la casa. A continuación dio otra orden: ¡platos para todo el mundo!

            La gente se apresuró a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y vino para los allí reunidos.

            Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.

            En medio del alboroto, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo

  

Queda una tarea: «recoger los trozos sobrantes», hacer llegar la palabra igualmente a quien no ha participado en el banquete. Hacerse «repetidores» y testigos del mensaje.

 

Oración después de la Comunión

Que esta Eucaristía nos purifique, Señor, de toda mancha y nos prepare así a celebrar dignamente la Navidad ya próxima. Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén