Evangelio - Historia y Reflexión...

Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos Mt 8, 5-11

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Concédenos, Señor Dios nuestro permanecer alerta a la venida de tu Hijo Jesucristo, para que cuando venga y llame, nos encuentre velando en oración y entonándole alabanzas. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Isaías 2, 1-5 El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del reino.

Salmo 121 Vayamos con alegría al encuentro del Señor.

Mateo 8, 5-11 Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielosEn aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico y sufre mucho”. El le contestó: Voy a curarlo. Pero el oficial le replicó: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: Ve, él va; al otro: Ven, y viene; a mi criado: Haz esto, y lo hace. Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”

Señales del Reino

Sanación.

Búsqueda del que está herido, enfermo.

Crecimiento poco a poco de la fe de las personas.

El dolor y la muerte no son buenos, al contrario deben ser rechazados.

El adviento no es solamente espera, sino compromiso.

 

Compromisos para el adviento

Aparte de la corona de adviento, el pesebre, las misas de aguinaldos, el compartir.

Liberarnos del pecado. Una buena y sana confesión.

Caridad para con los más pobres.

Reencuentro con la familia.

Regalos y juegos navideños.

Recordemos que…

Jesús fue enviado a las ovejas perdidas

La mujer cananea y el soldado romano eran parte del pueblo judío.

Pero Jesús los atendió por igual, sin hacer diferencias.

¿Qué no podrá lograr del omnipotente poder de Dios?

Todo depende de la fe y la confianza unida a la humildad.

Entonces, es más que querer, es buscarlo. Es llamarlo.

Valorar la riqueza espiritual y la salvación que conservamos en la Iglesia.

Mucho cuidado con la rutina que hace crecer la angustia.

Necesitamos

Vivenciar los sacramentos.

Renovar nuestra conciencia

Fomentar la fe y hacerla crecer cada día.

Él. La fe es capaz de mover montañas... Si fuera auténtica sería capaz de mover hasta al mismo Dios.

Oración de la serenidad

Dios, concédeme serenidad, para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia.

Cinco comportamientos cancerosos

Crítica, queja, comparación, competición y disputa.

Busqué a mi Dios, y a mi Dios no encontré.

Busqué mi alma y mi alma se me escapaba.

Busqué a mi hermano para servirle en su necesidad y los encontré a los tres: a mi Dios, a mi alma y a ti.                                                

  

En su reflexión antes del rezo del Ángelus el Papa Benedicto XVI destacó la liturgia nos repite con frecuencia y nos asegura, como queriendo derrotar nuestra desconfianza, que Dios viene. Viene para estar con nosotros, en cada una de nuestras situaciones; viene para vivir entre nosotros, a vivir con nosotros y en nosotros; viene a llenar las distancias que nos dividen y separan; viene a reconciliarnos con Él y entre nosotros. Viene en la historia de la humanidad para tocar a la puerta de cada hombre y de cada mujer de buena voluntad, para ofrecer a los individuos, a las familias y a los pueblos el don de la fraternidad, de la concordia y de la paz.

            Por este motivo, el Adviento es por excelencia el tiempo de la esperanza, en el que los creyentes en Cristo están invitados a permanecer en espera vigilante y activa, alimentada por la oración y por el compromiso concreto del amor. ¡Que el acercarse de la Navidad de Cristo llene los corazones de todos los cristianos de alegría, de serenidad y de paz!

            Para vivir de manera más auténtica y fructuosa este período de Adviento, la liturgia nos exhorta a mirar a María Santísima y a ponernos en camino espiritualmente junto a ella hacia la gruta de Belén. Cuando Dios tocó a la puerta de su juventud, ella le acogió con fe y con amor. Dentro de unos días, la contemplaremos en el luminoso misterio de su Inmaculada Concepción. Dejémonos atraer por su belleza, reflejo de la gloria divina, para que el Dios que viene encuentre en cada uno de nosotros un corazón bueno y abierto, que Él pueda llenar con sus dones.




A manera de conclusión…

            De seguro este lenguaje apocalíptico te de nervios. Pero todos los verbos de las lecturas están en futuro. Por eso no estamos en medio de la catástrofe, sino que se trata de un mensaje de consuelo y de esperanza. No es que estemos caminando hacia un vacío y un silencio eternos, sino hacia un encuentro.

            Desde el punto de vista cristiano, toda la historia humana es una larga espera. La vida es espera. Una persona que ya no espera nada de la vida está muerta. La vida es espera, pero es también cierto lo contrario: la espera es vida.

            El cristiano sabe esperar, pero sabe que Jesús está presente en medio de nosotros no sólo en la Eucaristía, en la palabra, en los pobres, en la Iglesia... sino que, por gracia, vive en nuestros corazones y el creyente lo experimenta. Por eso no es una espera vacía. De ahí que debemos estar en vela.

            No hay que olvidar que en este camino hacia el encuentro con Dios hay un mal paso, sin querer aterrorizar, pero hay que pasarlo, que es la muerte. Podemos fingir que no lo vemos o no pensar en ello como la gente despreocupada que, en el Titanic, estaba de fiesta esa noche, o podemos estar preparados para subirnos y dejarnos conducir hacia el reino de los santos. El tiempo de Adviento debería servir también para esto...