Evangelio - Historia y Reflexión...

Misión de los setenta y dos discípulos, Lucas 10,1-9

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir. Y les dijo: "La mies es grande, y los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Vayan les envío como corderos entre lobos. No lleven ni bolsa, ni alforja, ni calzado, no saluden a nadie por el camino. En toda casa donde entren, digan primero: "Paz a esta casa". Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz nuestra; si no, volverá a nosotros. Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que les den, porque el obrero es acreedor a su salario. No anden de casa en casa. Y en toda ciudad en donde entren y les reciban, coman lo que les pongan delante. Curen a los enfermos que haya en ella, y díganle: "El reino de Dios está llegando a ustedes"

 

Hay una historia de un santo predicador que un día subió al púlpito a predicar y preguntó: ¿Ustedes saben de qué les voy ha hablar? La gente respondió. No, no sabemos. Entonces, el predicador les dijo: Si no lo saben. ¿Qué les puedo contar yo? Bajó y se fue.

Al otro día volvió a subir a predicar y al hacer la misma pregunta. La gente respondió: Sí, sí lo sabemos. El predicador dijo: si la ya lo saben para qué les voy a hablar. Y se bajó y marchó.

Los files decidieron que si les volvía  a preguntar unos responderían si y otros no.

Vino de nuevo y subió a predicar y preguntó: ¿Saben ustedes lo más importante que les vengo a decir? De inmediato unos respondieron que sí y otros que no. Entonces, dijo el predicador: aquellos que lo sepan que les cuenten a los que no lo saben. Y se bajó del púlpito.

Hay un llamado universal…

El zapatero

Estaba Dios sentado en su trono y decidió bajar a la tierra en forma de mendigo sucio y harapiento. Llegó entonces el Señor a la casa de un zapatero y tuvieron esta conversación: Mira que soy tan pobre que no tengo ni siquiera otras sandalias, y como ves están rotas e inservibles. ¿Podrías tu reparármelas, por favor?, porque no tengo dinero". El zapatero le contesto: -"¿Qué acaso no ves mi pobreza? Estoy lleno de deudas y estoy en una situación muy pobre; y aun así quieres que te repare gratis tus sandalias?" -" Te puedo dar lo que quieras si me las arreglas." El zapatero con mucha desconfianza dijo: -"Me puedes dar tú el millón de monedas de oro que necesito para ser feliz?" -"Te puedo dar 100 millones de monedas de oro. Pero a cambio me debes dar tus piernas" - "Y de que me sirven los 100 millones si no tengo piernas?" El Señor volvió a decir: -Te puedo dar 500 millones de monedas de oro, si me das tus brazos."

-"Y que puedo yo hacer con 500 millones si no podría ni siquiera comer yo solo? "El Señor habló de nuevo y dijo: - "Te puedo dar 1000 millones si me das tus ojos." - "Y dime; ¿qué puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver el mundo, ni podría ver a mis hijos y a mi esposa para compartir con ellos?" Dios sonrió y le dijo: -"Ay, hijo mío; cómo dices que eres pobre si te he ofrecido ya 1600 millones de monedas de oro y no los has cambiado por las partes sanas de tu cuerpo? Eres tan rico y no te has dado cuenta.