Evangelio - Historia y Reflexión...

Lo mas importante es, Lucas 11,42-46 

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

“Pero, ¡ay de ustedes, fariseos! ¡Porque dan el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejando de lado la justicia y el amor de Dios! Era menester practicar esto, sin omitir aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos! porque aman el primer sitial en las sinagogas y ser saludados en las plazas públicas. ¡Ay de ustedes! porque son como esos sepulcros, que no lo parecen y que van pisando a las gentes, sin saberlo. Entonces un doctor de la Ley le dijo: "Maestro, hablando así, nos ultrajas también a nosotros" Mas Él respondió: "¡Ay de ustedes también, doctores de la Ley! porque agobian a los demás con cargas abrumadoras, al paso que ustedes mismos ni con un dedo tocan esas cargas”

Lo más importante es…

¿Cómo conocer a las personas?

"Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa

sino lo que ama" (San Agustín)

La Vasija

Contaba el Maestro en cierta ocasión la historia de una antigua vasija de cerámica, de valor inestimable, por lo que había pagado una fortuna en una subasta pública. La vasija había sido usada durante años por un mendigo que acabó sus días en la miseria, totalmente ignorante del valor de aquel objeto con el que había pedido limosna.

Cuando un discípulo preguntó al Maestro qué representaba aquella vasija, el Maestro le dijo: "A ti mismo".

El discípulo le pidió que se explicara, y el Maestro prosiguió: "Tú centras toda tu atención en el insignificante conocimiento que adquieres de los libros y de los maestros. Sería mejor que le prestaras más atención a la vasija en la que lo guardas".

            Hay un valor escondido en cada uno de nosotros. Por eso hay que valorarse dejando a un lado el pecado y seguir adelante.

Balance Entre Luz y Sombra

El filósofo llevó a sus discípulos a una habitación oscura.

¿Qué ven? -les preguntó-

Nada, maestro -le respondieron-, la oscuridad es absoluta y no nos deja ver.

El filósofo dió una palmada, y se encendieron al mismo tiempo mil lámparas de intensa luz. ¿Qué ven ahora? -les preguntó otra vez -Nada, tampoco dijeron los discípulos- Esta luz cegadora nos impide abrir los ojos para ver.

-Aprendan, pues -les enseñó el maestro- que ni en la luminosidad absoluta ni en la completa oscuridad el hombre puede ver.

Por eso estamos hechos de luces y de sombras, para podernos ver los unos a los otros. ¡Ay de aquél que no perdone la oscuridad que hay en el alma de su hermano, pues no lo podrá ver, y estará solo!

Y ¿ay de aquél que no busque poner luces en su oscuridad, pues a sí mismo se perderá?

Así dijo aquel sabio. Y concluyó: Estamos hechos de sombras. Anónimo.