Evangelio - Historia y Reflexión...

La oración dominical, Lucas 11,1-4

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

“Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos" Les dijo: "Cuando oren, digan: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino. Danos cada día nuestro pan; y perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos introduzcas en prueba"

Señor enséñanos a orar…

La mujer pobre

Una mujer pobre entró a una tienda de comestibles y le dijo al dueño: Me puede fiar algunos alimentos. Le explicó que su esposo estaba enfermo y que tenía 7 hijos y necesitaba con urgencia la comida. El dueño de la tienda le respondió que no podía.

La señora insistía. Un cliente escuchó la conversación y dijo: Por favor entregue lo que la señora necesita. El tendero de forma grosera le pregunto a la mujer: ¿Tiene una lista? Entonces le dijo: Ponga la lista en la balanza y lo que pese se lo daré en comida. Ella sacó con detenimiento la hoja de papel y la colocó en la balanza. Hubo una sorpresa cuando la balanza bajó hasta el mostrador. Entonces, con mayor rabia, comenzó a colocar artículos en el otro lado de la balanza. Al terminar quitó la lista y al leerla encontró una oración que decía: Señor mío, tu sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos. El cliente le entregó el dinero por los artículos y agregó: valió la pena cada uno de estos centavos. Más tarde se supo que la balanza estaba rota y se confirmó que sólo Dios sabe cuanto vale una oración.

La oración es poderosa…

·         Porque en cada petición está el amor de Dios.

·         Porque lo importante no es lo que se pide, sino como se pide.

·         Si el Padrenuestro es el resumen del evangelio. La confianza es su realización.

·         Llena de la riqueza de la escucha de Dios y la fecundidad de quien la sabe sembrar con fe y constancia.

·         Porque no se cierra a la simple petición, sino que va desde la alabanza hasta la conversión.

Una bella historia del Siglo XV en una aldea cercana a Nuremberg vivía una familia “Durer” numerosa y muy pobre. Pero dos hermanos deciden hacer un pacto. Uno trabajaría muy duro en las minas mientras el otro iba a estudiar arte y al regreso el graduado pagaría los estudios del otro. Durante cuatro años aquel hermano se fue a las minas y el otro a estudiar. El graduado se hizo famoso y un excelente pintor. De regreso se hizo una elegante cena y allí anunció que su hermano podía dejar las minas e irse a estudiar. Pero su hermano le decía que no. Pues sus manos de tanto trabajar se habían dañado por completo que casi no pudo ni hacer el brindis. Pero de sus muchos cuadros hay uno que adquirió mucha importancia y sensibilidad que es un dibujo de unas manos maltratadas que el mundo las bautizó con el nombre de “manos que oran”  Estoy hablando del excelente pintor Albretch Durer.

La oración transforma…

Porque ella es el aire del cristiano. No orar es morir por falta de aire.