Evangelio - Historia y Reflexión...

Mision de los Apóstoles. Lucas 9, 1-6 

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

Habiendo llamado a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades. Y los envió a pregonar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Y les dijo: "No toméis nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. En la casa en que entrareis, quedaos, y de allí partid. Y dondequiera que no os recibieren, salid de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos". Partieron, pues, y recorrieron las aldeas, predicando el Evangelio y sanando en todas partes.

 

“Estaba un día Diógenes muriéndose de la risa en plena calle.

Los amigos le dijeron. ¿Por qué te ríes?

El enseguida les respondió: ¿Observan aquella piedra que está en medio de la calle? Pues ya han tropezado casi una docena de transeúntes. Después que tropiezan la miran, dicen algunas groserías y se van. Pero ninguno la mueve o la quita para evitar que otros pudieran tropezar”

 

 

Pareciera muy natural

 

Dios nos dice que estamos en misión para…

·         Señalarnos que estamos inspirados en la resurrección de Cristo.

·         No olvidar que el contenido del mensaje es el reino de Dios.

·         Hacer realidad la bondad y la misericordia.

·         Curar y predicar. Hacer y decir.

·         No estar pensando “cuanto hay para eso” sin hacerlo con dignidad y abnegación. “El que trabaja no come paja”

·         Nunca dejar  a un lado la paz como esencia y presencia.

 

Todos somos Apóstoles

 

Aquel sacerdote que quería, con todas sus fuerzas, ser misionero. El obispo le dio permiso y de inmediato vino el Superior de las misiones para hacer los trámites y disponer todo para que el sacerdote viajara al África. Al llegar a la parroquia donde trabaja el sacerdote se encontró con un grupo de niños acurrucados en recodo. Preguntó. ¿Y eso? Son niños de la calle. Respondió el sacerdote secamente.

Más delante observó unos ancianos y volvió  a preguntar. ¿Y esos ancianos? De inmediato replicó el sacerdote. Ancianos que viven ahí agrupados y hasta duermen en las escaleras de la Iglesia.

El Superior admirado le dijo: ¿Padre y usted todavía quiere irse al África con todos estos pobres? Es mejor que se quede y atienda a esta gente y después conversamos.