Evangelio - Historia y Reflexión...

Sacerdote: El Señor está con ustedes. Lectura del Santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Concédenos, Señor, tu ayuda para entregarnos fielmente a tu servicio, porque sólo en el cumplimiento de tu voluntad podremos encontrar la felicidad verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

1 Trabaja con sus hábiles manos Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31

2 salmo 127 Dichoso el que teme al Señor.

3 Que el día del Señor no los sorprenda como un ladrón Tesalonicenses 5, 1-6

Sacerdote: El Señor está con ustedes. Lectura del Santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

Relator: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:

Jesús: «El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió un millón, hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Relator: Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo:

El que recibió cinco talentos “Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado”.

Relator: Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.

El que recibió dos Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: “Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado”.

Relator: Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.

El que recibió un millón: Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.

Relator: El señor le respondió: “Siervo malo y perezoso Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”

Sacerdote: Palabra del Señor

Parábolas de los Talentos…

·         Anuncia el retorna y el juicio del Señor.

·         Los destinatarios son el nuevo pueblo de Dios

·         El señor de los empleados es Cristo Jesús

·         Los empleados son los cristianos.

·         El empleado negligente es Israel y los malos cristianos.

·         Los talentos son los regalos de Dios

·         El rendimiento de cuentas es el examen sobre la responsabilidad.

·         Enseñanza: al que tiene se le dará y al que no se le quitará.

Hay cristianos que no producen. Simplemente cumplen.

Vigilemos y trabajemos…

Para ello Creatividad

Hay mucho silencio.

Hay que ser files para entrar al banquete del Señor

Una vez era el salario de los trabajadores de la viña. No cuadraba. ¿Cómo podía ser justo que recibieran lo mismo los que habían llegado a última hora y los que llevaban todo el día trabajando? Otra vez, la grandeza consistía en la pequeñez; y la primacía, en el servicio. Tampoco cuadra. Otra, que el que se resguarda es el que se pierde; y el que se arriesga y no se resguarda, es el que de verdad se resguarda. Tampoco cuadra. Y hoy tampoco. Pero no puede ser sólo eso. Lo que aquí no cuadra es la realidad. Dicho de otro modo: la realidad, vista desde Dios, es decir, la realidad real, choca con nuestros pequeños cálculos, que nosotros tomamos por la realidad. Las cuentas de Dios, gracias a Dios, no cuadran con las nuestras. La justicia de Dios no coincide con la nuestra. «Como dista el cielo de la tierra, así distan mis planes de vuestros planes, y mis caminos de vuestros caminos. Que yo soy Dios, y no un hombre»: así lo decía el Señor, por medio de Isaías. La parábola, en general, se entiende: el Señor nos ha dado unos dones, en realidad, todo lo que somos es don suyo, y de esos dones somos administradores; y de ellos se nos pedirá cuentas un día. Hasta ahí, vale. Pero, ¿qué quiere decir eso de que al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene? ¿No es un principio demasiado duro? Incluso teniendo en cuenta el sentimentalismo de nuestra cultura, ¿no parece que la obra de la justicia sería justo lo contrario, especialmente cuando sabemos que en Dios justicia y misericordia coinciden? Más aún, ¿no está este principio en contradicción con el que rige el reparto de los salarios en la parábola de los trabajadores enviados a la viña? Hay dos clases de matemáticas, y dos clases de justicia. Las matemáticas de los cuerpos físicos, las de la res extensa cartesiana, y las matemáticas propias de lo específicamente humano, que son también las de Dios, cuya imagen y semejanza somos. En las primeras, si yo tengo dos manzanas, y te doy una, me queda sólo una para mí. Pero, en las otras matemáticas, si tengo alegría y te la doy, tú tienes alegría, y la mía también se multiplica. Y lo mismo si te doy amor: tú ganas, y el mío no disminuye, sino que crece. Tú ganas, y yo también gano. Y lo mismo pasa con la esperanza, y con la fe, y con las demás virtudes. Cuanto más se da, más se tiene. Ahí, el que entierra los dones, aunque sea para preservarlos, se queda sin ellos. Es, sencillamente, así. En el evangelio de este domingo, el Señor habla de estas matemáticas. En ellas se juega lo que a Dios le importa más: la humanidad de lo humano.