Evangelio - Historia y Reflexión...

Este es el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste. Marcos 12, 28b-34

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman. Por nuestro Señor

1. Señor, que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez Tobías  6, 10-11a; 7, 1.9-

2. Salmo 127 Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.

3. Este es el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste. Marcos
12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le respondió: El primero es: Escucha Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos. El escriba replicó: Muy bien, Maestro. Tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, viendo que había respondido muy sensatamente, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas”

Dios es amor, pero no todo amor es de Dios

Desde el momento en que entendí quién era Dios para mí, supe que ya sólo podría vivir  para Él» (Charles de Foucauld)

 

Amar a Dios y al prójimo es…

“Te amo, por eso te necesito”

Somos aquello de lo que nos alimentamos

 

Sin amor nada sirve

 

Ese amor es camino doble.

El amigo ama en todo tiempo, es un hermano en la adversidad”

(Proverbios 17,17)

Se quería elegir un heredero para gobernar y se mandó a llamar a todos los jóvenes exigiéndose las siguientes características: Amar a Dios; amar al prójimo. Un joven pobre de una aldea lejana se dispuso a partir. En su viaje se encontró con un hombre que temblaba de frío, de inmediato entregó sus ropas; más delante le salió al paso una señora con dos niños, que le suplicaba ayuda. Sin pensarlo le entregó un anillo que llevaba. Llegado al palacio fue conducido hasta donde estaba el rey. Inclinado por respeto frente al monarca al subir la cabeza descubrió, que el rey era aquel limosnero que temblaba de frío, al instante entró una mujer con dos niños para agradecerle su ayuda. Entonces, el rey le dijo: Usted será el nuevo rey porque se comportó con amor a Dios y a los hombres