Evangelio - Historia y Reflexión...

Todo el que mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su corazón Mateo 5, 27-32

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor, a fin de que, amándote en todo sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman. Por nuestro Señor

1 Aquel que resucitó a Jesús nos colocará a su lado. 2da.  Corintios 4, 6-15

2 Salmo 115, Invocaré, Señor, tu nombre.

3 Todo el que mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su corazón Mateo 5, 27-32 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mira con malos deseos a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y arrójalo lejos de ti; te conviene más perder uno de tus miembros, que ser echado todo entero al fuego que no se apaga. Y si tu mano derecha es ocasión de pecado para ti, córtatela y arrójala lejos de ti; te conviene más perder uno de tus miembros, que ser arrojado todo entero al fuego que no se apaga. También se dijo: El que se separe de su mujer, que le dé un acta de divorcio. Pero yo les digo que el que se separe de su mujer, salvo en caso de unión ilegítima, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una separada, comete adulterio”

Mujer…

Tu madre. Tu esposa, tus hijas, tus hermanas…

Recordemos que…

 

Cuando Juan XXIII era Nuncio Apostólico es París le preguntaron: ¿Le molesta qué a los protocolos fueran las mujeres muy escotadas? Yo no las miro, y he comprobado que todos los demás hombres, cuando ellas entran, en lugar de mirarlas miran precisamente al Nuncio para ver qué hace.

 

La mujer no quiere una mirada, quiere una sonrisa.

La mujer no quiere compañía, quiere presencia.

La mujer no es un rostro, es un todo.

La mujer no es difícil, es misteriosa.

La mujer no es tacto, es caricia.

La mujer no es la espina, es la rosa.

 

Cuando fue Dios a crear la mujer había gastado todos los materiales sólidos en el hombre. Entonces, tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve. Mezcló todo y la entregó al hombre. Después de una semana, vino el hombre y le dijo: Señor, ella, me ha desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, parece que se divierte al hacerme sufrir y vengo a devolverla. Bien, contesto Dios y tomo a la mujer. El hombre volvió y dijo: me encuentro muy solo, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al contacto. Me cuidaba y protegía cuando lo necesitaba, me daba dulzura, ternura, comprensión y amor sin condiciones, por favor Dios, devuélvemela. Ya veo, dijo Dios, ahora valoras sus cualidades, eso me alegra mucho, claro que puedes tenerla de nuevo, fue creada para ti, pero no olvides cuidarla, amarla, respetarla y protegerla, porque de no hacerlo, corres el riesgo de quedarte de nuevo sin ella...