Evangelio - Historia y Reflexión...

Por su fruto se conoce el árbol. Lucas 6,43-49 

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

Pues no hay árbol sano que dé frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos sanos. Porque cada árbol se conoce por el fruto que da. No se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. El hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que rebosa el corazón. ¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", si no hacéis lo que Yo digo. Yo os mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone en práctica. Se asemeja a un hombre que para construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la creciente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo moverla, porque estaba bien edificada. Pero, el que (las) oye y no (las) pone por obra, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre el suelo mismo, sin cimientos; el río se precipitó sobre ella, y al punto se derrumbó, y fue grande la ruina de aquella casa".

 

Dos estrellas

Un ermitaño recogía diariamente un hato de ramas, lo cargaba en su borriquillo y lo intercambiaba en el pueblo por lo que le ofrecieran: queso, verduras… A mitad de camino de regreso, cuando el cansancio y el calor arreciaban, pasaba delante de una fuente de agua fresca, y el ermitaño pasaba de largo ofreciéndoselo a Dios. Por la noche Dios le obsequiaba ese sacrificio con una luminosa estrella en el firmamento.

Un día un muchacho se unió al ermitaño en su camino. Ese día el sol apretaba especialmente y la cuesta se hacía pesada. Cuando se acercaban a la fuente, el viejo ermitaño leyó en los ojos del joven que el chico no bebería si él no lo hacía. Decidió beber aun a costa de quedarse sin estrella. Esa noche, brillaron dos estrellas.  

No basta con decir Señor, Señor…

Necesitamos mucho silencio para…

 

“El hombre se mide por la cantidad de silencio que es capaz de soportar consigo mismo” (Nietzsche)

 

El filósofo Zenón de Citium solía decir a sus compañeros:

Amigos recuerden que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca, para enseñarnos que vale más escuchar que hablar.

Por eso…