Evangelio - Historia y Reflexión...

El hijo del hombre tiene que padecer mucho. Marcos 8, 27-35

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Míranos, Señor, con ojos de misericordia y haz que experimentemos vivamente tu amor para que podamos servirte con todas nuestras fuerzas. Por nuestro Señor Jesucristo.

Isaías 50, 5-9 El siervo sufriente

Salmo 114 Caminaré en la presencia del Señor.

Santiago 2, 14-18 La dignidad del hermano

Marcos 8, 27-35  El hijo del hombre tiene que padecer mucho. “En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas. Entonces él les preguntó: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?  Pedro le respondió: Tú eres el Mesías”. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres. Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”

Jesús…

Sabía que había dificultades para llevar el mensaje.

Recordemos que había una idea triunfalista de Jesús.

Los discípulos tenían la ideología del caudillo nacionalista.

Ante esto Jesús decide seguir en camino.

Hace el anuncio

 

Cuenta una leyenda

Que, en una ocasión, una mujer budista acudió al templo con su hijo muerto. Su niño era una criaturita de seis años. Lo llevaba en brazos y, con lágrimas en los ojos, le gritaba a la imagen de Buda pidiendo que lo curase. Y el Buda le dijo que se lo podría traer de nuevo a la vida si ella le llevaba unas semillas de mostaza. Pero con una condición: debían ser semillas recogidas en la casa de alguna persona que no estuviera sufriendo ningún dolor desde el año anterior. La mujer dio un salto de júbilo y salió corriendo a buscar lo que se le pedía. Fue de casa en casa hasta que recorrió casi toda la Tailandia. Al poco tiempo volvió a Buda con las manos vacías. Pero esta vez ya no pidió la curación de su hijo. Había comprendido que no hay ningún hombre sin sufrimiento en esta tierra.

 

 

 

¿Quién dicen que soy yo?”

No un cristianismo de poltrona

·         Claro que hoy no matan por decir que se es cristiano

·         Lo importante no es decirlo, sino serlo.

·         Es necesario dar una respuesta y estar dispuestos a asumir el compromiso.

·         Pero si lo confesamos como Mesías, como el camino, la verdad, la vida, como el Pan vivo bajado del cielo, es necesario estar dispuestos a seguirlo hasta el final.

A negarse así mismo y cargar la cruz

·         Tomar la cruz no es sinónimo de masoquismo, ni de resignación.

·         No es huir del mundo externo o interno, para refugiarnos luego en una dimensión desconocida.

·         Es enfrentar la vida tal como viene, aceptar nuestra realidad histórica con sus luces y sus sombras.

Ser cristiano

Al discípulo no le puede ir mejor que al maestro.

Hay que morir con él.

Porque el que vive como Cristo tiene siempre una muerte como la de Cristo. 

Y quien muere como El, tiene derecho a una resurrección como la de El. 

Ser cristiano no es cuestión de juntarse una o dos veces por semana a cantar cánticos de alabanza, o a recitar credos aprendidos de memoria.

Es una cuestión de vida o muerte

¿Mis obras manifiestan claramente mi fe?

¿Hay coherencia entre la que digo profesar y la vida que llevo diariamente?

 

 

Oración después de la Comunión

Que la gracia de esta comunión nos transforme, Señor, tan plenamente, que no sea ya nuestro egoísmo, sino tu amor, el que impulse, de ahora en adelante, nuestra vida. 

            Cristo» se convirtió en un segundo nombre de Jesús. Se encuentra más de 500 veces en el Nuevo Testamento. Cristo, se sabe, es la traducción griega del hebreo Mashiah, Mesías, y ambos significan ungido. Toda la tradición primitiva de la Iglesia es unánime al proclamar que Jesús de Nazaret es el Mesías esperado.

            El seguimiento de Jesús.

«El que quiera venirse conmigo».

«Que cargue con su cruz»

«Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo»

«Y me siga»