Evangelio - Historia y Reflexión...

No sabemos ni el día ni la hora Mateo 25, 1-13

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Dios nuestro, fuerza de todos los que en ti confían, ayúdanos con tu gracia, sin la cual nada puede nuestra humana debilidad, para que podamos serte fieles en la observancia de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

1 Corintios 1,17-25 La cruz, locura y salvación

Salmo 32 El amor del Señor llena la tierra.

Mateo 25, 1-13 No sabemos ni el día ni la hora  “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo. Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco. Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”

Saber esperar para no desesperar

Todos responsables

“Velad, porque no saben el día ni la hora”

 

Con Dios todo. Sin Dios nada

 

Aunque no escribas libros, eres el escritor de tu vida. 

Aunque no seas Miguel Ángel, puedes hacer de tu vida una obra maestra.

Aunque no entiendas de cine, ni de cámaras, tu existencia puede transformarse en un film primoroso con Dios de productor.

Aunque cantes desafinado, tu existencia puede ser una linda canción, que cualquier afamado compositor envidiaría. 

Aunque no entiendas de música, tu vida puede ser una magnífica sinfonía que los clásicos respetarían. 

Aunque no hayas estudiado en una escuela de comunicaciones tu vida puede transformarse en un reportaje modelo. 

Aunque no tengas gran cultura puedes cultivar la sabiduría de la caridad. 

Aunque tu trabajo sea humilde, puedes convertir tu día en oración. 

Aunque tangas cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta años, puedes ser joven de espíritu. 

Aunque las arrugas ya marquen tu rostro, vale más tu belleza interior. 

Aunque tus pies sangren en los tropiezos y piedras del camino, tu rostro puede sonreír. 

Aunque tus manos conserven as cicatrices de los problemas y de las incomprensiones, tus labios pueden agradecer. 

Aunque las lágrimas amargas recorran tu rostro, tienes un corazón para amar. 

Aunque no lo comprendas, en el cielo tienes reservado un lugar... 

Todo, Todo... depende de tu confianza en Dios y de tu empeño en SER digno hijo suyo.

 

CUANDO LA FRUTA NO ALCANCE

Tres hombres perdidos en la montaña y tenían una fruta para alimentarse y en medio del hambre se les apareció Dios y quería probar su sabiduría. Pidan a Dios para ayudarles a resolver ese problema: El primero dijo: Pues aparece mas comida. No, dijo Dios, pues no hay que pedir mágicamente la solución a los problemas sino trabajar con lo que se tiene.

Dijo el segundo: Entonces haz que la fruta crezca para que sea suficiente. No respondió Dios, la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente.

El tercero dijo: Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance". Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se

Empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad".

Oración después de la Comunión

Que nuestra participación en este sacramento signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.