Evangelio - Historia y Reflexión...

Si la semilla muere, da fruto. Juan 12, 24-26

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

Dios nuestro, que hiciste resplandecer al diácono san Lorenzo por su fidelidad al servicio de los demás y su glorioso martirio, concédenos, por su intercesión, amar a Cristo como él lo amó y servirlo en los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo...
2 Corintios 9, 6-10
Dios ama al generoso

Salmo responsorial 111 Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.

Juan 12, 24-26  Si la semilla muere, da fruto. “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura  para la vida eterna. El que quiera servirme  que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre”

San Lorenzo, diácono y mártir

Su nombre significa: "coronado de laurel".

Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los siete hombres de confianza del Sumo Pontífice Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres. En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo. Antes de morir recogió todos los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas. Ante la exigencia del alcalde para que le entregara todos los tesoros, Lorenzo reunió a todos los pobres, enfermos y menesterosos. Llamó al alcalde diciéndole: "Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador" ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!" El alcalde rabioso hizo calentar una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura. Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: "Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo". El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: "La carne ya está lista, pueden comer". Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

La cosecha de Jesús

Así es el camino del reino.

Hay que sembrar buenas obras

Hay que saber morir para dar fruto.

Todos van  a recoger según lo sembrado

Lo que se da de mala gana carece de valor.

La mejor forma no es dar, sino la forma comos e da.

Hay mayor alegría en dar que en recibir

 

Corinto…

No lograba entender la muerte de Cristo.

Pues creían que el cristianismo era una más de las tantas religiones.

No podían ver la manifestación del amor de Dios en la muerte y resurrección de Cristo.

Pero, para comprender esto es necesario estar en sintonía con la propuesta del evangelio y estar dispuesto a entregar la vida por el reino de Dios en cada momento de la existencia.

La vida de Jesús fue precisamente una entrega total y generosa.

Cayó como semilla buena en el surco de la vida y produjo frutos abundantes.

Una vida al servicio

Cristo nos enseña hoy que…

No retuvo su vida para sí.

La entrego completamente en favor de sus amigos y de la humanidad.

Hace de su vida una buena cosecha.

La cual produce buenas obras. Buena cosecha.

Gastamos mucho tiempo en…

Tratar de alcanzar cosas para ser felices.

Lanzamos la semilla de nuestra vida entre el pedregal de los afanes y en la zarza de las preocupaciones.

Pablo y Jesús nos llaman a que cambiemos de actitud y encaucemos nuestra existencia por el sendero que conduce a la auténtica vida.

Nos invitan a comprender que la vida es una entrega alegre y generosa en favor del prójimo, sobre todo del prójimo pobre.


Mulla había perdido su asno. Entonces fue a través del bazar, pidiendo a todo el mundo que le ayudara a encontrarlo. A quien diera con su animal, le prometía ofrecerle no sólo su propio asno sino su albarda y todos sus arreos. La gente le preguntó entonces por qué se tomaba tantas molestias por encontrar su asno si después pensaba regalarlo en recompensa…

Pero  -explicó él-, ¿es que no conocéis el placer que se siente al reencontrar algo que se había perdido? Yo busco mi ser esencial, mi dios interior, porque lo he perdido. En alguna parte, nuestra civilización lo ha perdido. Yo he luchado toda mi vida por reencontrarlo. Sabía que en alguna parte, existía algo, una luz en mí. Cuando lo descubro, tengo el placer de haber reencontrado lo que sabía poseía y, entonces, es preciso que lo dé y me disuelva en el mundo. Amar es obtener para compartir. Cuando yo amo, busco el amor. Cuando lo encuentro, lo comparto enseguida. No solo lo comparto con mi pareja, si no también con su familia, con la familia que formamos juntos, con los amigos, etc.

El amor no compartido no existe, es una neurosis, un  egoísmo, una locura. Yo busco el amor dedos para compartirlo y ser entonces una luz en el mundo. 

Oremos: Que esta Eucaristía, que hemos celebrado  l conmemorar la fiesta de
san Lorenzo, nos haga participar, Señor, más profundamente de los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.  Amén.