Evangelio - Historia y Reflexión...

No tengan miedo a los que matan el cuerpo Mateo 10,24-33

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

San Buenaventura, ob. y dr.  Te suplicamos, Dios nuestro, que quienes estamos reunidos aquí para celebrar la fiesta de san Buenaventura, podamos, por su intercesión y a ejemplo suyo, ir profundizando cada día más en tu conocimiento y en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

Isaías 6,1-8 He visto con mis ojos al Señor

Salmo responsorial  92 Señor, tú eres nuestro rey.

Mateo 10,24-33 No tengan miedo a los que matan el cuerpo “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores! No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo. ¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos”

Sin miedo

Dios quiere que permanezcamos fieles

Grave peligro

·         Creerse salvado y realizado cristianamente

·         Preocuparse por lo material y olvidar lo espiritual.

·         O ser muy religioso o fervoroso olvidando que viven en este mundo.

·         Descuidar o perder el cuerpo y el espíritu.

·         Se debe cultivar a la par, ambos elementos: lo material y lo espiritual.
Así el verdadero cristiano, sabrá que el don más importante que ha recibido es su alma, y buscará su salvación, pero a la vez cuidará y cultivará su salud”

Oración después de la comunión

A quienes nos has alimentado con el Cuerpo de Cristo, ilumínanos, Señor, con sus enseñanzas, para que en la festividad de san Buenaventura, aprendamos tu verdad e imitemos tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

San Buenaventura Religioso. Cardenal. Escritor.

Enfermó gravemente y se lo llevaron a San Francisco que lo llamó Buena Ventura, que significa buena surte, buen éxito y quedó curado. Llegó a doctor. Gran escritor. Superior General de los Padres Franciscanos, y el Papa le concedió el título de Cardenal. Seguía siendo muy humilde y se iba a la cocina a lavar platos con los hermanos legos  "Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él para siempre.  

Marta Morris y la llave de la fortuna (Jorge Bucay)

Marta estaba por firmar un contrato muy importante con una empresa que le aseguraba su futuro. Ese día, como lo hacía habitualmente, despidió a sus hijos y a su esposo -que se iban a realizar sus tareas diarias-, agarró sus cosas y salió. Al salir se dio cuenta que se había olvidado el contrato dentro de la casa. Cuando se dio vuelta para abrir la puerta, se dio cuenta que se había olvidado las llaves adentro. El contrato y las llaves habían quedado adentro de la casa. Desesperada porque no podía hacer firmar el contrato, empezó a forzar la puerta para ver si podía entrar. Estaba angustiada, ya que había trabajado durante años para llegar a ese momento, y ahora una puerta le interrumpía el paso. Intentó forzar la puerta, hacer palanca...
Y no tuvo éxito. Tampoco había alguna ventana abierta por donde entrar.
Entonces, empezó a gritar. Llegó el cartero y le preguntó qué le pasaba. Marta Morris le contó toda la historia. Entonces, el cartero comenzó a ayudarla, pero no pudieron abrirla. La puerta no cedía.

- ¿Y su marido?, preguntó el cartero.

- Mi marido está en otra ciudad y no tengo como encontrarlo. El cartero le preguntó si no tenía otra llave.

- Sí, mi vecino -contestó Marta- pero tuvo la mala idea de irse un fin de semana afuera.

El cartero le sugirió romper la puerta. Marta le dijo que no era conveniente, ya que ella debería irse y la casa quedaría abierta. Entonces, el cartero le propuso ir a buscar a un cerrajero, pero Marta se opuso porque necesitaba abrir la puerta en ese mismo instante. Volvió a patear la puerta, pero no pudo abrirla. Resignado, el cartero le dijo que lo lamentaba mucho, le dejó una carta y se fue.

Cuando el cartero se fue, Marta Morris volvió a patear la puerta, pero no se abrió. Lloró desesperada ante la imposibilidad.

Marta Morris se sentó en el escalón de la puerta de entrada y abrió la carta que le había dejado el cartero. Era de su hermana. Marta Morris se emocionó. La hermana le contaba en la carta lo bien que la había pasado el fin de semana con su familia.

"Te escribo esta carta para decirte que me sentí muy cómoda con tu familia... pero también para pedirte disculpas. Cuando estuve en tu casa, un día llegué más temprano y como no podía ingresar le pedí la llave a tu vecino. Y en un descuido me olvidé de devolverte la llave. Dentro del sobre te envío la llave que me olvidé de devolverte".

La historia de nuestra vida tiene que ver con la historia de Marta Morris: hasta cuando vamos a golpear las puertas, hasta cuando vamos a seguir llorando por aquellas puertas que no se abren. Tenemos que empezar a confiar que la llave va venir a nosotros si dejamos de golpear.