Evangelio - Historia y Reflexión...

Vigilancia y Responsabilidad. Mateo 25, 1-13 

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 



“El reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco previsoras y las otras descuidadas. El esposo tardó y las descuidadas salieron a buscar aceite y mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Legaron las otras y dijeron: Señor, Señor, ábrenos... No les conozco. Estén, pues, preparados, porque no saben el día ni la hora”


Había un leñador que se afanaba sin descanso en cortar un árbol. Tenía el hacha mellada y por más afán que colocaba su trabajo no rendía. Un campesino al observar le dijo: Tu hacha está mellada. ¿Por qué no la afilas? El leñador le respondió: No tengo tiempo para eso, tengo que cortar todos esos árboles y no puedo perder un minuto de mi tiempo.


Habrá tiempo para todo...

Ø Sin dejar de ser fieles y honrados.

Ø Con una responsabilidad personal y comunitaria.

Ø Aunque pensemos que nunca llegará.

Ø Con clara conciencia de no conocer el mañana.

Ø Porque al final nos veremos los corazones y no las simples caras.

Ø Sin dejar a un lado las previsiones necesarias para el día de mañana.

Ø “Muy propio de cada uno” delante de Dios. Sin buscar culpables.


Un grupo familiar se enteró que en su despensa tenían unas latas de comida cuyo plazo de caducidad ya había expirado. Entonces decidieron darlo a probar a un perro y así poder ellos comerlos. Al otro día observaron que el perro había muerto y todos sin excepción comenzaron a vomitar y se llenaron de mucho pánico. Al llegar el médico, para tratar a las víctimas del envenenamiento, quiso saber qué le había ocurrido al perro. Un vecino relató como un camión había atropellado al perro.

Hay una realidad...

Ø Que va más allá de lo que tengamos en la mente.

Ø Que nos invita a estar despiertos.

Ø A no desanimarnos con lo terrible del miedo.

Ø Donde Dios está con nosotros sin quitarnos nuestra responsabilidad.


La vigilancia, que es estar despiertos, necesita de la prudencia. Es algo sorprendente. Un joven prudente es un milagro humano. Por eso es que hoy en nombre de la sinceridad, de la autenticidad, no se cae sólo en la imprudencia, sino en el cinismo. Prudencia en la palabras, en las lecturas, en las miradas, en las amistades. 

Además, la vigilancia pide la sensatez. Ella nos ayuda a no caer en tonterías o ridiculeces que nos hacen desgastarnos frente a la sombras imaginarias. Cuidado con aquello que se dice: “mucho de sexo y poco de seso” Para encontrase con Dios hay que tener cabeza. Buena cabeza papá, mamá, los hijos. Vean como hoy en día existen agrupaciones que no quieren que uno piense. No nos dejemos lavar el cerebro o cortar la cabeza.