Evangelio - Historia y Reflexión...

¿Quién es este, quien hasta la olas le obedecen? Marcos 4,35-41

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Óbolo de San Pedro, Día del Papa

Padre misericordioso, que nunca dejas de tu mano a quienes has hecho arraigar en tu amistad, concédenos vivir siempre movidos por tu amor y un filial temor de ofenderte. Por nuestro Señor Jesucristo.

Job 38,1.8-11 Aquí se romperá la arrogancia de tus olas

Salmo responsorial  106 Demos gracias al Señor por sus bondades.

2 Corintios 5,14-17 Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo

Marcos 4,35-41 ¿Quién es este, quien hasta la olas le obedecen? Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla del lago”. Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas. De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “¡Cállate, enmudece!” Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?” Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen’”

Se levantó una gran tempestad

Entandamos…

Dios ausente…

¿Qué hacer?

·         No hay recetas mágicas

·         No somos intocables delante de las malas situaciones.

·         Nunca Dios nos ha prometido que estaremos lejos de todo conflicto.

·         Pero, si, la fuerza para superarlas.

·         Para ello hay que pedirle y luchar hasta el final.

“San Pablo nos enseña que un aguijón hay en su carne”

·         Constatamos que san Pablo le pide a Dios ayuda.

·         Dios le responde mi gracia le basta.

·         Desde ahí empezó Pablo a Gloriarse de sus debilidades.

«Cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Corintios 12, 7-10)

 

 

 

 

 

 

La confianza es la clave

 

Dios nos cuida

Huellas en la arena

Un hombre tuvo un sueño. Veía dos pares de huellas que se habían quedado grabadas en la arena del desierto y comprendía que una par de huellas eran las de sus pies y el otro par las de los pies de Jesús, que caminaba a su lado. En un cierto momento, un par de huellas desaparece, y comprende que esto sucedió precisamente en un momento difícil de su vida. Entonces se lamenta con Cristo, que le dejó sólo en el momento de la prueba. «Pero, ¡yo estaba contigo!», responde Jesús. «Cómo es posible que estuvieras conmigo, si en la arena sólo se ven las huellas de dos pies?». «Eran las mías --responde Jesús--. En esos momentos, te había cargado a hombros».

Resumiendo…

 

Oración después de la comunión

Señor, tú que nos has renovado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos que la participación en esta Eucaristía nos ayude a obtener la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.