Evangelio - Historia y Reflexión...

Padre nuestro Mateo 6,7-15

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

S. Juan Fisher y Sto. Tomás Moro, mártires  Señor, tú que concediste a San Juan Fisher y a Santo Tomás Moro, dar mediante el martirio, la más bella demostración de su fidelidad a la Iglesia, concédenos, por sus méritos, la gracia de confirmar con cada acto de nuestra vida la fe que profesamos.

Eclesiástico 48,1-15 Eliseo recibió parte del espíritu de Elías

Salmo responsorial  96 Que se alegren los justos con el Señor.

Mateo 6,7-15  Padre nuestro “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así: Padre nuestro, que estás en el cielo, san­tificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los per­donará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”

Santo Tomás Moro. Patrono de gobernantes y políticos

A veces...

A veces, queremos decir tantas cosas pero no las decimos...

A veces, se nos va el tiempo, en discusiones sin sentido...

A veces, en vez de decir cuanto amas, te la pasas diciendo tonterías...

A veces, pierdes a la persona que más amas, por no tratar de entenderla...

A veces, es bueno decir te amo, en vez de decir otras cosas...

A veces, es bueno pedir a Dios amarte más y que me entiendas mejor...

A veces, las mañanas no son, como quisieras que fueran...

A veces, el sol no brilla como quisieras y tus días son grises...

A veces, a la luna no la ve y tus noches son oscuras...

A veces, hay que tener paciencia, con la persona que dices que amas...

A veces, nos ciega la ira y ofendemos sin querer, a quien más amamos...

A veces, es bueno pedir perdón, si sabes que has ofendido...

A veces, es bueno dar gracias a Dios por tenerte....

Que me perdones, por todos esos momentos, que no disfrute de ti, por andar en discusiones tontas.

Quizá olvidaremos, pues hay que olvidar y perdonar.

Que mi Dios escucha mis oraciones y esta conmigo...

¿Qué nos enseña Jesús?

·         La oración no puede ser un asunto de palabrería ni de mero sentimentalismo evasivo.

·         Es confesar a Dios como Abba (Padrecito) de todos los seres humanos sin distinción ninguna.

·         Abrirse al dinamismo del Reino y a la búsqueda permanente de la voluntad de Dios.

·         Pedir con profunda humildad y confianza el pan para todos sin ningún tipo de exclusión.

·         El vivir la experiencia del perdón como ingrediente esencial de la comunión fraterna.

·         El reconocimiento de la fragilidad para no claudicar ante las seducciones o dificultades propias de nuestra condición humana.

El Padre lo es todo

Padrenuestro

Hijo. Padre Ignacio Larrañaga

Hijo, si emprendes en serio el camino de Dios, prepara tu alma para las pruebas que vendrán; siéntate pacientemente ante el umbral de su puerta, aceptando con paz los silencios, ausencias y tardanzas a las que El quiera someterte, porque es en el crisol del fuego donde se purifica el oro.

Señor Jesús, desde que pasaste por este mundo teniendo la paciencia como vestidura y distintivo, es ella la reina de las virtudes y la perla más preciosa de tu corona. Dame la gracia de aceptar con paz la esencial gratuidad de Dios, el camino desconcertante de la Gracia y las emergencias imprevisibles de la naturaleza. Acepto con paz la marcha lenta y zigzagueante de la oración y el hecho de que el camino para la santidad sea tan largo y difícil.

Acepto con paz las contrariedades de la vida y las incomprensiones de mis hermanos, las enfermedades y la misma muerte, y la ley de la insignificancia humana, es decir, que, después de mi muerte, todo seguirá igual como si nada hubiese sucedido.

Acepto con paz, el hecho de querer tanto y poder tan poco, y que, con grandes esfuerzos, he de conseguir pequeños resultados. Acepto con paz la ley del pecado, esto es: hago lo que no quiero y dejo de hacer aquello que me gustaría hacer. Dejo con paz en tus manos lo que debiera haber sido y no fui, lo que debiera haber hecho y no lo hice.

Acepto con paz toda impotencia humana que me circunda y me limita. Acepto con paz las leyes de la precariedad y de la transitoriedad, la ley de la mediocridad y del fracaso, la ley de la soledad y de la muerte.

A cambio de toda esta entrega, dame la Paz, Señor.

Oración después de la comunión Señor y Dios nuestro, que admirablemente ilustraste el misterio de la Cruz con el ejemplo de tus santos mártires, concédenos la gracia, ya que hemos sido alimentados con el Cuerpo de Cristo, de seguirlo con fidelidad en la Iglesia para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.