Evangelio - Historia y Reflexión...

¡Ay de ustedes! Mateo 23,27-32

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

 

 “¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Ustedes también aparentan como que fueran personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de maldad. ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos. 

También dicen: "Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos consentido que mataran a los profetas". Así ustedes se proclaman hijos de quienes asesinaron a los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”



Un juez iba a liberar a un preso de la cárcel, por lo que hizo pasar a uno por uno a una "entrevista" con el para ver quien merecía ser liberado.
Al preguntar al primero por que estaba allí este dijo:
- "Estoy aquí porque me calumniaron y me acusaron injustamente"
Llamó al segundo y este contestó:
- "Estoy aquí porque dicen que robé, pero es mentira"
De esta forma fueron pasando todos los presos y se declaraban inocentes. Hasta que llegó el último quien dijo:
- "Estoy aquí porque maté un hombre. Hirió a mi familia y perdí el control y por eso lo maté. Pero hoy me doy cuenta de que lo que hice estuvo mal y estoy muy arrepentido"
El juez se levantó y dijo:
-Voy a liberar a este último preso.
Todos se quedaron perplejos y dijeron. ¿Pero por que lo vas liberar a el?
El juez contestó:
- El castigo es para los que esconden su falta. La misericordia para los que reconocen su falta y se arrepienten.


Hay una llamada universal a la conversión

Para dejar todo incluso nuestra mala vida. 
Para no esconder la denuncia clara y valiente. 
Para poder escuchar la voz de Dios 
Para tener un corazón sano en libertad para liberar. 
Para renunciar a la falsa seguridad de una ley cortada a nuestra medida. 
Para hacer de nuestra religión sitio para el culto del espíritu y la verdad. 
Para comprometernos y vivir cristianamente. 
Para apreciar el valor de la vida en comunidad 
Para vivir los sacramentos como regalos de amor en el caminar cristiano.


No escondamos nuestras faltas delante de Dios, no tiene caso, aceptemos nuestros errores y tratemos de mejorar cada día, tratando de mejorar aquello en lo que hemos fallado. De esta forma podremos aspirar a la misericordia del "juez"