Evangelio - Historia y Reflexión...

¿El Mesías hijo de David? Marcos 12,35-37

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

San Efrén, Diácono y Doctor. Infunde, Señor, en nuestros corazones aquel espíritu de amor que inspiró al diácono san Efrén a cantar la belleza de tus misterios y a consagrar su vida a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.

2 Timoteo 3,10-17 El cristiano auténtico será perseguido

Salmo responsorial 118 Quienes aman tus leyes, de inmensa paz disfrutan.

Marcos 12,35-37: ¿El Mesías hijo de David? “Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: “¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies. Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?” La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado”

Mesías, “Hijo de David”

 

Hay que saber que…

¿Cómo era posible que un hombre como Él fuese Cristo?

 

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:

En el número 202, nos dice que “Jesús confirma que Dios es el único Señor y por ello es preciso amarle con todo el corazón, alma, espíritu y fuerzas. Pero al mismo tiempo nos da a entender que Él mismo es el Señor”

Nueva imagen del MESÍAS

Nosotros…

  

Hijos e Hijas felices

Quererlos mucho: El amor es el motor que mueve el mundo. Es la sangre que circula por la vida de cualquier comunidad. La familia es una comunidad de vida y amor.  

Dedicarles tiempo: Obras son amores. Si queremos a nuestros hijos, hemos de dedicarles tiempo. ¿Cuánto? Todo el que podamos. Todo el que nos sea posible. Una vez que quedamos libres de nuestras responsabilidades laborales, de nuestros trabajos familiares, el tiempo es para nuestros seres queridos “esposo, esposa” e “hijos”. Este tiempo dedicado a ellos fructificará mucho. “Dará un fruto que permanecerá en los hijos”. Ellos habrán recibido a través de este tiempo dedicado a ellos: amor, experiencias, recuerdos, aprendizajes importantísimos...

No los críes entre algodones: Esta es una de las grandes deficiencias de la educación actual. Queremos que nuestros hijos no carezcan de nada, queremos que no sufran, que no tengan que sacrificarse. Esto es un error grave que hará muy difícil que, cuando son mayores, afronten las dificultades que se presenten: una asignatura difícil, una relación conflictiva. Abandonarán ante las dificultades. Su fuerza de voluntad está debilitada porque fueron criados entre algodones.  

Corrige pero no humilles: Lo primero es fundamental; lo segundo es nefasto. Al corregir, orientamos, estimulamos, indicamos el rumbo a seguir, marcamos indicadores en el camino. Al humillar, herimos profundamente el corazón del hijo o hija. Le hacemos sentir malo, incapaz, inútil. Deterioramos su autoestima y se sentirá siempre inseguro porque no fuimos esos indicadores que marcan con firmeza el camino. Entonces necesitará encontrar otros adultos que le guíen (educadores, maestros, catequistas)

Transmitirles valores: El educar vamos seleccionando lo que es importante de lo que no lo es,  lo que es esencial de lo que es secundario. Y esto es algo que el hogar debe ofrecer sobre todo con el ejemplo de cada día. Sin valores, el niño crecerá perdido, sin saber decidir entre lo que está bien y lo que está mal.

 

El Hijo preferido

Cierta vez le preguntaron a una madre cual era su hijo preferido, aquel que ella más amaba. Respondió: El hijo predilecto, aquel a quien me dedico de cuerpo y alma. 

Es mi hijo enfermo, hasta que sane.

El que partió, hasta que vuelva. 

El que está cansado, hasta que descanse. 

El que está con hambre, hasta que se alimente. 

El que está con sed, hasta que beba.

El que está estudiando, hasta que aprenda. 

El que está desnudo, hasta que se vista.

EL que no trabaja, hasta que se emplee.

El que está de novio, hasta que se case. 

El que se casa, hasta que conviva.

EL que prometió, hasta que cumpla.

El que debe, hasta que pague.

El que llora, hasta que calle."

Y con un semblante bien diferente a aquella sonrisa, finalizó:

"El que ya me dejó, hasta que lo reencuentre"

 

Oración después de la comunión Padre santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor.