Evangelio - Historia y Reflexión...

Tú sígueme Juan 21, 20-25

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Carlos Luanga

Hechos 28, 16-20,30-31: Por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas

Salmo 10,: Los buenos verán tu rostro. 

Jn 21, 20-25: Tú sígueme

Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga». Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran. Al volverse, Pedro vio al discípulo predilecto de Jesús, que iba siguiendo, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar? Pedro, entonces, al verlo, le preguntó a Jesús: -Señor, y éste, ¿qué? Le respondió Jesús: Y si quiero que se quede mientras sigo viniendo, ¿a ti qué te importa? Tú sígueme a mí. De ahí que se corriera la voz entre los hermanos de que el discípulo aquel no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: "Si quiero que se quede mientras sigo viniendo, ¿a ti qué te importa?" Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es digno de fe. Pero hay además otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que los libros que se escribieran no cabrían en el mundo.

Jesús nos invita

Seguir a Jesús implica

El sendero…

Un día un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo un animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Al día siguiente, un perro que pasaba por allí uso ese mismo sendero para atravesar el bosque.  Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.

Mas tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. 

Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.

Después de tanto uso, el sendero acabo convertido en un amplio camino.

Donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.  Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del transito porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya esta abierto, sin preguntarse nunca si aquella es la mayor elección.