Evangelio - Historia y Reflexión...

Manténganse en ese amor mío Juan 15,9-11

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Dios de poder y de misericordia, cuya gracia convierte al pecador en justo y da felicidad al afligido, conserva en nosotros el don de tu amor, para que podamos perseverar con fortaleza en la fe que nos ha justificado. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hechos 15,7-21 Les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho

Salmo responsorial 95  Cantemos la grandeza del Señor. Aleluya.

Juan 15,9-11 Manténganse en ese amor mío  “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”

Amor de Padre verdadero

Es un amor total

Amor y obediencia

“Porque el que me ama guardará mi palabra”

·         El mandato insignia es el amor al hermano.

·         Ya veremos mañana el amor fraterno.

·         Los dos términos: amor y obediencia dependen uno del otro.

Amor y alegría

“El amor es comprensivo y servicial, no tiene envidia, no es egoísta, no se alegra de la injusticia sino que se goza con la verdad, disculpa sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites” 1 Corintios 13,4)

 

Amar para vivir

 

Oración después de la comunión

Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana, para poder vivir como hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

 

El amor es más grande

El amor de Cristo es más grande. Esto es lo que afirmarían más fuertemente los grandes pecadores perdonados, convertidos.

San Pedro negó a Cristo públicamente tres veces, y fue perdonado. ¡Qué poca penitencia le exigieron: tres veces “Tú sabes que te quiero”!

Agustín cometió muchos y gravísimos pecados, y está perdonado; es un gran santo.

María Magdalena fue una pecadora pública, una prostituta...y, con el amor mismo con que pecó, purificado, se convirtió en una gran santa.

Judas tenía perdón. Cristo le perdonó, pero Judas no quiso confiar. -“He entregado sangre inocente”. “Demasiado pecado – pensó-, pecado que no tiene perdón”. Pero se equivocaba. Sí tenía perdón.

Te equivocas cuando crees que tú tampoco tienes perdón, porque algún pecado tuyo ha superado con mucho la medida. Tienes solamente que pedir, con humildad, perdón.

El amor de Cristo ha superado todas las marcas; la misericordia de Cristo no tiene orillas ni fronteras; es mayor, infinitamente mayor que todos los pecados que has cometido y que puedas cometer en el futuro.

Si desconfías, te equivocas, como se equivocó Judas. Si confías, aciertas, como ese innumerable ejército de pecadores convertidos.

 

El amor alienta, el odio hunde;
el amor sonríe, el odio gruñe;
el amor atrae, el odio rechaza;
el amor confía, el odio sospecha;
el amor enternece, el odio enardece;
el amor canta, el odio espanta;
el amor tranquiliza, el odio altera;
el amor guarda silencio, el odio vocifera;
el amor edifica, el odio destruye;
el amor siembra, el odio arranca;
el amor espera, el odio desespera; 
el amor consuela, el odio exaspera;
el amor suaviza, el odio irrita;
el amor aclara, el odio confunde;
el amor perdona, el odio intriga;
el amor vivifica, el odio mata;
el amor es dulce; el odio es amargo;
el amor es pacífico; el odio es explosivo;
el amor es veraz, el odio es mentiroso;
el amor es luminoso, el odio es tenebroso;
el amor es humilde, el odio es altanero;
el amor es sumiso, el odio es jactancioso;
el amor es manso, el odio es belicoso;
el amor es espiritual, el odio es carnal.

El amor es sublime, el odio es triste.