Evangelio - Historia y Reflexión...

Mi carne es verdadera comida Juan 6,52-59

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Dios todopoderoso, que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, haz que resucitemos a una vida nueva por medio de tu Espíritu de amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hechos 9,1-20 Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Salmo responsorial 116. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.

Juan 6,52-59 Mi carne es verdadera comida “En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”. Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm”

¡Les daré a comer mi carne!

Todo por amor

Efectos de la Eucaristía

1.      La vida eterna y la Resurrección: en la eucaristía nos comemos a Dios, a Cristo Vivo. Recordemos lo que dijo Cristo: “No beberé más del fruto de la uva hasta el día del vino nuevo del Reino de mi Padre”

2.      Dios habitará entre nosotros: “Quien me come y me bebe habita en mí y yo en él” La vocación del hombre es estar con Dios. “Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”

3.      La consagración del cristiano a Cristo: “Así como vivo Yo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí”

Verdades…

·         Cristo está realmente en la eucaristía

·         Es el pan que ha bajado del cielo.

·         Jesús se ha hecho alimento por nosotros.

·         Jesús quiso que la comunidad celebre el memorial de la cruz.

·         Corazón y cumbre de la Iglesia

Valoremos la Eucaristía

Eucaristía…

Fármaco de inmortalidad

Antídoto contra la muerte

 

¿Para qué la misa?

Un viernes de hace dos mil años, un hombre sin pecado ofreció su vida, su sangre y su muerte en un gesto de suprema obediencia dictada por el amor. Aquel hombre era el Hijo de Dios, y porque era perfectamente santo, el Padre le abrió los brazos y lo resucitó en la gloria. Mediante su sacrificio, la humanidad entera entró en la vida eterna de Dios. Es el sacrificio de Cristo que nos salva, pero Dios nos respeta tanto que no quiere salvarnos sin nosotros: es necesario que nosotros nos ofrezcamos junto a Jesús. Y para esto está la misa, que es la permanencia de su sacrificio. La misa es una presencia, una nueva presencia, un nuevo presentarse Cristo en su único acto redentor; es un hacer presente aquí y ahora el sacrificio del calvario que llega a ser una realidad de nuestro tiempo, de nuestra parroquia, de nuestra vida. Por esto es necesario ir con alegría y reconocimiento.

Es preciso ir con los propios pies, mientras se puede; con la propia boca y con el propio corazón para comer el fruto de la vida. "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn 6.54).

 

Oración después de la comunión

Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya y en la cual hemos participado, nos una cada vez más con el vínculo de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.