Evangelio - Historia y Reflexión...

Convenía que Cristo padeciese y resucitase Lucas 24,35-48

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos, concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hechos 3,13-15.17-19  Ustedes mataron la Autor de la vida.

Salmo responsorial 4 En ti, Señor, confío. Aleluya.

1 Juan 2,1-5   El es víctima de propiciación por nuestros pecados

Lucas 24,35-48. Convenía que Cristo padeciese y resucitase. “Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman, soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: una fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”

Sigue el llamado a la conversión

No es un fantasma

Quiero fundar una nueva religión

En plena revolución francesa un filósofo quería fundar una nueva religión, entonces fue donde un sabio en busca de ayuda. Recibió como respuesta, que si quería hacerlo debía hacerse matar un viernes santo y resucitar de la muerte el domingo.

Si Cristo no resucitó vana sería nuestra fe

No basta con creer hay que…

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No hacen falta palabras…

Se organizó en una ocasión un debate público sobre la resurrección de Cristo. Habló primero el comunista ateo y con su discurso había demolido para siempre –según él, la fe de los cristianos en la resurrección. Cuando éste bajó, le tocó el turno al sacerdote ortodoxo, que debía defender el dogma de la resurrección. El humilde sacerdote miró a la muchedumbre que, a su vez, lo veía con gran expectación. Y comenzó su discurso con el habitual saludo, diciendo: “¡Cristo ha resucitado!”. Y todos respondieron en coro, instintivamente: “¡En verdad ha resucitado!”. Al escuchar esta respuesta, el sacerdote bajó del podio en silencio». Allí estaba la respuesta. No había necesidad de añadir ya nada más.

¿Tienen algo que comer?

No es secreto que muchos seguían, como hoy, a Jesús por interés. Y otros desmienten a ultranza la resurrección inventando cuentos y dejando crecer las mentiras. De ahí tenemos el Código Da Vinci y el cacareado evangelio de Judas. Obra de una tendencia gnóstica y docetas, quienes afirman que la parte física de Jesús es simple apariencia. Olvidando que los evangelistas tenían muy claro que Jesús es plenamente humano. “Hijo de Dios hecho carne y puso su morada entre nosotros” (Juan 1,14)

De ahí que un fantasma no coma y Jesús pide comer. Además, muestra y deja que Tomás meta sus dedos en las heridas. Un  fantasma no tiene cuerpo, ni heridas  que mostrar.

Cabe aquí señalar categóricamente que el Jesús histórico, ni el resucitado son un fantasma, sino una realidad. Es decir, murió y resucitó.

Para ver la resurrección necesitamos

Es reconocido…

 

Oración después de la comunión

Mira, Señor, con bondad a estos hijos tuyos, que has renovado por medio de los sacramentos y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.