Evangelio - Historia y Reflexión...

Queremos ver a Jesús. San Juan 12,20-33

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad…

Jeremías 31,31-34 Haré una alianza nueva.

Salmo 50 Crea en mí, Señor, un corazón puro

Hebreos 5,7-9 Aprendió a obedecer.

San Juan 12,20-33 Queremos ver a Jesús. ”En aquel tiempo, entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron. Señor, queremos ver a Jesús. Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús contestó: Ha llegado la hora en que Dios va a glorificar al Hijo del hombre. Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquél que me sirva será honrado por mi Padre. Me encuentro profundamente angustiado; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre». Entonces se oyó esta voz venida del cielo: Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: Le ha hablado un ángel. Jesús explicó: Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por ustedes. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo en vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir”

La hora de Jesús

“Si no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (v. 24)

Una hora que nos enseña…

Todo para atraernos hacia él

·         Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo.

·         Esa voz que fue escuchada e impactó a quien la escuchó.

·         La maldad será destruida

·         Jesús elevado y todos tendrán que mirarlo.

·         Esa elevación significa: muerte y resurrección, crucifixión y exaltación.

·         Entonces, hora del juicio, , la derrota del maligno y la autocondenación  de los que no aceptan la luz, que es Cristo..

¡Oh, feliz culpa que nos mereció tal Redentor!

Todos por un corazón nuevo

·         La alianza antigua fracasó.

·         Por eso viene Cristo la Nueva Alianza.

·         Para ello un trasplante de corazón para esa alianza nueva.

·         Salmo 50 Crea en mí, Señor, un corazón puro.

·         Y así poder vivir una nueva semana santa. Dios sufre pero vence.

 

¿Morir a qué?

El fruto comienza en el mismo grano que muere. Dar la propia vida es la suprema medida de amor: "Quien tiene apego a la propia vida, la pierde". Jesús era consciente de que sólo queda lo que damos. Y se decidió a dar lo único que le quedaba: la vida.

Cambiar en una hora.

            Ese día cumplía años. Tenía todo lo que una persona común puede tener. Pero me sentía muy vacío por dentro y decidí ir donde el sacerdote de la parroquia y al comunicarle lo que me pasaba me dijo: ¿Quieres llenar ese vacío. Le respondí que sí, entonces me dijo: Empiece el día con una hora de oración. Le respondí: no tengo tiempo. Eso mismo fue lo que yo me decía hace 20 años, aseguró el sacerdote. Andaba de prisa y a penas podía tener media viva la parroquia. Que llevaba pastoralmente. Además, tenía fe en la oración diaria, pero no me daba tiempo para practicarla. Hasta que otro sacerdote me hizo reflexionar. Me dijo: estás queriendo meter a Dios por pedazos, a ratos, pero no lo ajusto a mi vida, para ello hay que aceptar un compromiso. Hay que fijar una hora de oración, un tiempo para encontrarse con Dios. Pensé de inmediato, que era una locura, pues para dedicarle a Dios una hora tendría que levantarme una hora antes, durmiendo menos y eso arruinaría mi salud. El sacerdote, de inmediato, con una sonrisa, replico: yo, no me he enfermado desde hace veinte años y mi salud ha sido mejor que nunca.

            Salí de la entrevista inquieto. Caramba, ¿una hora de oración diaria? Pero no podía apartar la idea que me había sugerido el sacerdote. Bueno, sin decir nada, coloqué mi despertador a las cinco de la mañana. Sonó. Había mucho frío, estaba oscuro, pero hice de tripas corazón y salté de la cama. Sentía la casa muy grande y me sentía muy raro con Dios a solas. Como pude aclaré la garganta y miré el reloj. Esto duraría un ahora. De inmediato dije: buenos días Dios aquí estoy y ahora ¿qué? Me gustaría decirles que el Señor respondió de una vez, pero solamente hubo quietud. Cuando empezó a clarear el día quise orar, pero me venía a la mente alguna preocupación, algún recuerdo… Pero poco a poco esos pensamientos se desvanecieron y comencé a sentir tranquilidad. Fui detallando los ruidos, el motor de la nevera, la brisa en la calle hasta que sentí la presencia del amor y todo se hizo diferente. Comencé a orar pero no para pedir, sino para amar a Dios que sabía escucharme para que brotara una sentida acción de gracias. Terminó la hora para dar inicio a mi jornada cotidiana. Pero durante el día me sentí reconfortado por la sensación que había experimentado en la soledad con Dios. Al otro día volví, había más frío. Un día más de oración pensé y le di comienzo. Ya llevo 10 años. Les digo, que ha habido muchos problemas, pero gracias a esa oración mañanera los he podido superar. Ahora se que ningún problema es insuperable. Pues cuento con Dios. Desde muy temprano.

Tenía miedo al cambio y dejando entrar a Dios en mi vida lo logré.