Evangelio - Historia y Reflexión...

Curación en la piscina Juan 5,1-3.5-16

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Que los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para celebrar dignamente el misterio pascual y transmitir al mundo el feliz anuncio de la salvación. Por nuestro…

Ezequiel 47,1-9.12

Salmo responsorial 45  Con nosotros está Dios, el Señor.

Juan 5,1-3.5-16 Curación en la piscinaEra un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “Él que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?” Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado”

En vez de H2O -  H Dios O

El agua signo de vida y bendición.

Desde la antigüedad, desde el Horeb, el agua es bendición de Dios y presencia salvadora.

En el Nuevo testamento es vida, resurrección y anuncio del bautismo en el Espíritu.

Renovando el bautismo

Esa agua y el Espíritu están unidos para regenerar al que cree en Jesús.

Regenerados para morir al pecado y nacer a Dios. Para resucitar.

Más que una piscina, el amor de Dios

Piscina de Betesdá es donde Jesús cura  aun paralítico.

Tenía 38 años de enfermo y esperando que lo ayudaran a entrar en la piscina.

No le importa, a Jesús, que sea sábado, le importa es el enfermo.

Es el dolor que produce la enfermedad que hace actuar a Dios.

Por eso, Betesdá significa misericordia.

Quiero misericordia y no sacrificios.

Los corazones templos para la sanación

Jesús no va al templo va a la casa de la misericordia

Y se fija en el dolor que padecen los enfermos

Un dolor en lo tullido sin esperanza de sanación.

Antes hay una pregunta de Jesús ¿Cuál es tu anhelo? Respuesta que sane.

Y una denuncia: no tengo a nadie que me ayude a meterme en la piscina.

Entonces carga con lo que tiene y avanza. Hacer esto en sábado es ilegal.

Es como decir, en sábado es prohibido hacer el bien.

¡El sábado es para el ser humano y no el ser humano para el sábado!

Ser pobre no es pecado, menos una desgracia

Un milagro contra nuestra vanidad y soberbia

La soledad de un anciano

Sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda, su gorra marrón ya gastada, su bigote blanco y sus arrugadas manos sosteniendo un bastón viejo de madera, cuyo mango estaba envuelto con un trapo blanco lleno de las marcas propias del uso de años; sus pantalones, que arremangados dejaban libres sus pantorrillas, una camisa blanca con flecos del tiempo, mal abotonada, y un chaleco de lana, tejido seguramente a mano; miraba la nada, desde la precisa y envidiable perspectiva que da la experiencia. El viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto, que me fue muy difícil acercarme, preguntarle, o siquiera consolarlo. Por enfrente de su casa pasé mirándolo y al cambiar su mirada fijándola en mí, le sonreí y lo saludé con un gesto, aunque no crucé la calle; es que no me animé, pues no lo conocía y si bien entendí, que en la mirada de aquella lágrima demostraba una gran necesidad, seguí mi camino, sin lograr convencerme que hacía lo correcto. En mi camino guardé esa imagen fundida en mis recuerdos; su mirada que encontró la mía en el infinito de la nada, ese lugar donde no se encuentran más que decepciones, ya que inmediata e imperdonablemente le había negado aquellas imperiosas respuestas. Traté de olvidarme. Caminé rápido, como escapándome. Compré un libro y al llegar a casa comencé a leerlo, esperando que el tiempo borrara esa presencia..."Los viejos no lloran así por nada", me dije. Esa noche me costó dormir, pues la conciencia no entiende de horarios y decidí que a la mañana del día siguiente volvería a la casa, y conversaría con él, tal como entendí me lo había pedido; y luego de vencer mi pena, logré dormirme. Muy temprano desperté aquel día y como si fuera hoy, recuerdo, preparé un termo con café, compré panecillos y muy deprisa fui a la casa, convencido que tendríamos mucho para conversar. Golpeé la puerta, y una voz muy rasposa me indicaba que en segundos sería atendido. Luego de abrir, con el necesario esfuerzo para que las rechinantes bisagras cedieran. Salió otro hombre. - ¿Qué desea?- Preguntó, mirándome con un gesto adusto. - Busco al anciano que vive en esta casa.- Contesté. - Mi padre murió ayer por la tarde- Dijo entre lágrimas. - ¡Murió!- Dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron. - ¿Usted quien es?- Volvió a preguntar. - En realidad nadie- Contesté y agregué- Ayer pasé por la puerta de su casa y estaba su padre sentado, vi que lloraba y a pesar de que lo saludé no me detuve a preguntarle qué le sucedía, pero hoy volví para hablar con él, aunque veo que es tarde. - Usted es la persona de quien hablaba en su diario.- dijo. Extrañado por lo que me decía, lo miré pidiéndole me explicara. - Por favor, pase- Me dijo aún sin contestarme. Luego de servir un poco de café, me llevó hasta donde estaba su diario, y leyó algo de la última hoja: - "Hoy me regalaron una sonrisa plena, y un saludo amable... hoy es un día bello". Tuve que sentarme, fue difícil de digerir aquello. Me dolió el alma de sólo pensar lo importante que hubiera sido para ese hombre que yo cruzara aquella calle. Me levanté lentamente y al mirar al hombre. Le dije: - Si yo hubiera cruzado de verdad y hubiera conversado unos instantes con su padre... Pero me interrumpió y con los ojos humedecidos de llanto dijo: - Si yo hubiera venido a visitarlo al menos una vez este último año, quizás su saludo y su sonrisa no hubieran significado tanto. 

Oración después de la comunión Que este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.