Evangelio - Historia y Reflexión...

Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré Juan 2,13-25

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

San José. Dios misericordioso, fuente de toda bondad, que nos has propuesto como remedio del pecado el ayuno, la oración y las obras de misericordia, mira con piedad a quienes reconocemos nuestras miserias y estamos agobiados por nuestras culpas, y reconfórtanos con tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo…

1 Ex 20, 1-17: La ley se dio por medio de Moisés

2 Sal 18: Señor, tú tienes, Señor,  palabras de vida eterna

1 Cor 1,22-25: Predicamos a Cristo crucificado

Juan 2,13-25: Destruid este templo y en tres días lo reconstruiré “Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos:  “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre; porque él sabía lo que hay en el hombre”

San José

 

Frente al acontecimiento decimos:

Jugando con Dios  a las escondidas

El hombre jugaba con Dios a las escondidas, pero Dios siempre le ganaba y para buscar ganarle una, el hombre le preguntó al diablo. Y éste le dijo escóndete en el corazón de cada persona y allí será el último lugar donde se buscan a los hombres.

El problema no es Dios. Somos nosotros.

Dice Dios por medio del profeta: "Misericordia quiero y no sacrificios".  

Jesús está bravo…

Otro templo

El verdadero templo

El sacerdocio de Cristo en su sacrificio sustituye el viejo culto del templo (Hebreos 1,8-9)

La Iglesia, templo espiritual

Actitud de Jesús

¿Qué hacer?

 

Tú que nos has alimentado, ya desde esta vida, con el pan del cielo, prenda de nuestra salvación, concédenos, Señor, manifestar en todos nuestros actos el misterio de tu Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.