Evangelio - Historia y Reflexión...

Sed perfectos como vuestro Padre celestial Mateo 5,43-48

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Señor y Padre eterno, haz que se conviertan a ti nuestros corazones a fin de que, viviendo consagrados enteramente a tu servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de las obras de misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.

1  Deute­ronomio  26,16-19 Serás el Pueblo santo de Dios

2 salmo  Dichoso el cumple la voluntad del Señor (2 Cor.6,2)

3 Mateo 5,43-48 Sed perfectos como vuestro Padre celestial  En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto”

Dios quiere un pueblo santo

La consigna es el amor

Dios nos amó primero

Dios sin distinciones

Odiar ya no es el camino

·         Era la ley de talión, del pasado.

·         Donde era común vengarse.

HACERSE PEQUEÑOS

Una vez un grupo de tres hombres se perdieron en la montaña, y había solamente una fruta para alimentarlos a los tres. Se les apareció entonces Dios y les dijo que probaría su sabiduría. Les preguntó entonces Dios qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran. El primero dijo: "Pues que aparezca más comida". Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas sino trabajar con lo que se tiene. Dijo el segundo entonces: "Entonces haz que la fruta crezca para que sea suficiente", a lo que Dios contestó que No, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente. El tercero dijo entonces: "Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance". Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad".

Ayuda, Señor y reconforta siempre a estos hijos tuyos, a quienes has iluminado con tu palabra y alimentado con tu sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.