Evangelio - Historia y Reflexión...

El abrazo de una Madre. Mateo 19,13-15

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 



“Le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase por ellos. Los discípulos regañaron a la gente, pero Jesús les dijo: Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos. Después les impuso la manos y continuó su camino”.

El abrazo de una madre

Lo encontré leyendo el periódico la Razón de España. Los equipos de rescate que se afanaban, contra reloj, en las ruinas de la devastada de iraní de Bam no daban crédito a lo que veían sus ojos, cuando, bajo los escombros de una vivienda, encontraron con vida a un bebé de seis meses entre los brazos de su madre, la cual había fallecido en el terremoto. Su estado de salud era bueno. Ese abrazo protector no permitió que al bebé le cayeran escombros y así salvar su vida. 

Si nosotros que somos malos optamos por el bien, cuánto será el Señor que es el Sumo Bien.

Dios nos bendice

Con el abrazo de su amor para protegernos de la tentación del odio. 
Con las manos que dan misericordia para alejarnos de la venganza. 
Con la voz dulce para evitar tantas ofensas.
Lo contrario a bendición

Dale a tu hijo todo lo que le pida para que piense que estamos obligados. 
Cuando diga vulgaridades apláudalo porque será muy gracioso. 
Recoja todo lo que deje regado para que sienta que otros trabajan para él. 
Déjelo ver y leer cuanto quiera para que aprenda rápidamente lo malo. 
Discuta con tu esposa delante de él y procura estar borracho para que siga el ejemplo. 
Dale todo el dinero que te pida sin ninguna responsabilidad. 
Defiéndalo en sus equivocaciones y peleas con los demás. 
Dale libertad para que entre y salga a cualquier hora de la casa.
Un Niño es la bendición de Dios,

El amor de una madre.

La alegría de de un padre.

Y la esperanza de un país.

En cada uno de los niños está Dios. 

Por eso, nos encanta verlos jugar 

Y sobre todo notar su crecimiento

porque no queremos que se queden diminutos.

Lo mismo sucede con nosotros ante Dios.

Al empezar a conocer a Dios somos como bebés.

Con todo por aprender y todo un camino por recorrer.

Pídele a Dios que te imponga las manos.

No para detener tu crecimiento, sino para aligerarlo.

Es Jesús que te aguarda para llenarte de abrazos,

besos y de ese cariño que tanta falta nos hace.