Evangelio - Historia y Reflexión...

Se le quitó la lepra y quedó limpio Marcos 1,40-45

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

1 Levítico 13,1-2.44-46 Vivirá solo el leproso.

2 Salmo 31 Perdona, Señor, nuestros pecados

3 1 Corintios 10,31-11,1 Sigan mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

4 Marcos 1,40-45 Se le quitó la lepra y quedó limpio.

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso y le suplicó de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme. Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: ¡Quiero, queda limpio! Inmediatamente le desapareció la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: No se lo digas a nadie; vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste que has quedado sano. El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares solitarios, y aún así seguían acudiendo a él de todas partes.

Una enfermedad muy mala

La postura de Jesús…

En diálogo de fe se hace un milagro

Todo es posible para el que tiene fe.

Hoy en día son marginados…

Hacen falta

 

 

Nosotros necesitamos a Dios…

La oración…

Tenemos que purificar

Una fe madura…

  1. En tres sectores. Dios, el hombre y el mundo.
    1. En Dios: mediante la oración y la meditación.
    2. En el hombre: con sinceridad y profundidad.
    3. En el mundo: en la realidad incluso en los conflictos.

Una fe que salga y busque…

      • A Cristo.
      • Tomarlo en la Hostia consagrada.
      • Hablarle con amor en el Sagrario.
      • Reconocerlo en la Confesión.

 

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte.