Evangelio - Historia y Reflexión...

El Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados. San Marcos 2, 1-12

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre 

 

 

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

1 Clamarán contra el rey, pero el Señor no les responderá.1 Samuel  8, 4-7.10-22ª

2 Salmo  88, 16-17.18-19 Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.

3 El Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados. San Marcos  2, 1-12

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, corrió la voz de que estaba en casa. Acudieron tantos, que ya no había sitio ni siquiera junto a la puerta. Jesús se puso a anunciarles el mensaje.  En ese momento le trajeron un paralítico entre cuatro. Pero como no podían llegar hasta Jesús a causa del gentío, levantaron el tejado de la casa donde estaba, y por el boquete que abrieron, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico:  Hijo, tus pecados te son perdonados. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar para sus adentros: ¿Como se atreve a decir esto? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: ¿Por qué están pensando eso en su interior? ¿Qué es más fácil? Decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decirle: Levántate, recoge tu camilla y camina?” Pues ahora sabrán que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados. Entonces se dirigió al paralítico: Levántate, recoge la camilla y vete a tu casa. El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: ¡Nunca habíamos visto cosa igual!”

Tus pecados son perdonados

Para ello

 

La confesión en crisis…

¿Y los jóvenes?

 

Se nos olvida, la dimensión eclesial del perdón…

 

 

 

Hablemos más claro…

 

Confesándose con Dios... por medio del sacerdote

Cierto día, en Misa un amigo dirigiéndose a otro le comentaba:

- Me alegra que por fin te hayas decidido a confesarte... y a comulgar.

- ¿Confesar yo?, decía el interpelado. No, no soy tan tonto. Los curas no son necesarios; son hombres como tú y como yo y lo que hago es confesarme con Dios: le cuento lo que me pasa, le pido perdón y listo.

- Es asombroso, respondió su amigo, lo inteligente que eres. La verdad es posible que tengas razón, y que todos los demás seamos unos imbéciles, pero lo que no me cabe en la cabeza es como un hombre de tu inteligencia se queda en la mitad.

- ¿La mitad? No te entiendo, preguntó a la vez el otro.

- Sí hombre, contestó. Tú has comulgado y te has arrodillado ante el Sagrario. Pues bien dada tu mente inteligente y abierta lo más lógico sería que fueses al mercado comprases un poco de pan, lo consagrases tú, comulgases, y te guardases el resto en una urna, ¿no? Pero a quedarte a medias....

- Yo no puedo consagrar; ese poder Dios se lo dió solo a los sacerdotes, y -gracias amigo, me has hecho ver claro. Tengo suerte, aún hay un confesionario. 

Agustin Filgueiras