Evangelio - Historia y Reflexión...

“En verdad les digo. Juan 12,24-26

Autor: Padre Marcelo Rivas Sánchez 

Web del Padre

 

 

 

“En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida la destruye; y el que desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. 

El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor.

Y al que me sirve, el Padre le dará un puesto de honor.

El padre Kolbe fue trasladado más tarde al campo de concentración de Auschwitz. 

Al huir uno de los prisioneros el comandante dijo: Al no aparecer el escapado diez de ustedes morirán. De fila en fila fue eligiendo a los que debían morir. Los condenados estaban horrorizados de angustia. Uno de ellos se despidió de sus amigos. Otro, el sargento Frank Gajownieczek, gemía de dolor, diciendo: "¡Adiós mi pobre esposa, adiós mis hijitos huérfanos". Estas palabras hirieron los nobles sentimientos del padre Kolbe. Se dirigió al comandante para decirle: "Quiero ir a la muerte en sustitución de ese padre de familia". El comandante, mirándole de arriba a abajo, le dijo fríamente: "¿Quién eres?". "Soy sacerdote católico", respondió. "¿Por qué haces esto?". El padre Kolbe le contestó: «Porque este padre es necesario a su familia". El comandante dijo: "Aceptado". Al padre se le introdujo en el grupo de los condenados y al sargento en el de los salvados. Los diez prisioneros fueron llevados al subterráneo para que se cumpliera su triste destino.

Todos los días se oían plegarias recitadas en voz alta. Al cabo de varios días las oraciones eran un pequeño rumor. Al cabo de tres semanas sólo vivían el padre Kolbe y dos prisioneros. Entonces el jefe de la enfermería inyectó a cada uno de los supervivientes una inyección de ácido muriático. Al poco rato los tres murieron. El padre Kolbe quedó sentado en el suelo, muerto, apoyada la espalda en el muro, con los ojos abiertos, con una expresión de paz y serenidad”

Por Gabriel Marañón Baigorrí

Se hizo semilla para…

Aprender a sembrarse aunque tenga que morir. 
Saber que se convertirá en fruto sembrándose profundamente en la tierra. 
Dejarse podrir y luego ser vida desde la tierra hacia fuera. 
Soñar en ser arbusto aunque sea diminuto grano. 
Vencer el oscuro hueco con el ruido lento de sus raíces. 
No dejar de pensar en el color, olor y sabor de sus frutos al ser cortados.

Por tanto, una buena semilla

· Que necesita un buen abono que la alimente: aptitud abierta y generosa hacia los demás

· Que sepa mirar a los demás en capacidad de dar y recibir.

· Que sepa florecer y dar fruto donde se ha plantado

· Para que esa flor y fruto sea del mejor aroma y sabor.