Los jóvenes de la tercera edad

Autor: Manolo J. Campa

 

 

  De vez en cuando me reúno con los que fueron mis condiscípulos para al “recordar volver a vivir”.  Y rejuvenecemos con las narraciones de aquellos momentos felices:  Relatos de hazañas deportivas, incidentes en las aulas, preocupaciones en los exámenes, acné juvenil, bailes, novias.  Nunca faltan las menciones a “la esquina del barrio”, tribuna donde se discutían los acontecimientos del momento y se forjaban lazos de amistad. 

   En la parte más reciente del libreto de nuestras vidas aparecen los nietos y las nietas. Como por arte de magia hasta los más callados se vuelven elocuentes para contar las grandezas de los retoños de sus hijos.

   Incluso, algunos que han hecho mutis en sus profesiones u oficios, experimentan  una nueva afición a los novelones televisados.  Según declaran con franqueza, al unísono con la esposa, ven diferentes novelas, a la misma hora, en sendos televisores.   Terminados los capítulos, en un intercambio de información, él le cuenta a ella lo que observó y ella a él.  Este tipo de “doble play” televisivo ha logrado aumentar los momentos de diálogo entre los ya no tan juveniles consortes.

       Los victoriosos atletas de antaño, los eminentes profesionales, los exitosos comerciantes,  los destacados en las artes y en sus oficios, los titanes de mi generación, sin reparos conversan sobre los achaques de la tercera edad.  Con la estima que en sus corrillos expresaban los gladiadores por sus cicatrices, compartimos nuestras limitaciones físicas.  Hablamos con autoridad de peritos sobre  honrosas dolencias, fruto de nuestra “juventud acumulada”... y nos sentimos solidarios al comprobar que el “desguace” no es sólo de uno sino de muchos.  Las anormalidades prostáticas y el estreñimiento le disputan la popularidad a las afecciones cardíacas, el “marcapaso” y los “cateterismos”.  Las protestas por el alto costo de las medicinas y el largo tiempo de espera en las antesalas médicas compiten en igualdad con las críticas a políticos locales y nacionales.  Por la demanda y el uso, la Preparación H es la pomadita que ha venido a ocupar el lugar cimero dejado por los ungüentos para los granitos en la cara de nuestros años juveniles.

   Los gordos y los diabéticos, de fuerte apetito y voluntad débil, comen lo que no deben y les sube el peso y el azúcar, anhelo que quisiera alcanzar en su isla cautiva el Dictador del Caribe.  Los metódicos que siguen al pie de la letra las limitaciones alimenticias por lo regular no son más alegres que los arriesgados bonachones gorditos. 

   Olvidando que ya algunos peinan canas y que otros no tienen pelos que peinar, ignorando los doctorados y otros signos que dan prestigio, los amigos respondemos, sin sentirnos ofendidos, cuando nos llaman por los apodos conque nos bautizaron en nuestros años de colegiales.

EN SERIO:

   Hay sucesos dolorosos, irritantes, que provocan reacciones infecundas.  La capacidad de razonar con cordura se eclipsa.  La maldad avanza mientras el bien se agota en quejas inútiles y estrategias infecundas.  El espíritu de lucha se debilita. La desesperación y el desaliento no permiten valorar lo alcanzado con los esfuerzos realizados.

   Con gran dolor veríamos el regreso de Elián a Cuba.  Enorme sería nuestra alegría si permaneciera en tierra de libertad.  Pero en ninguno de los dos desenlaces llegamos al fin de una contienda que no terminará hasta que el pueblo de Cuba sea libre.

    En los meses transcurridos mucho ha sido lo positivo que se ha logrado.  Logros muy deseados y nunca antes alcanzados dan nueva vitalidad a nuestras ansias de libertad y a los afanes para conseguirla:  Por primera vez el exilio cubano, en todas partes del mundo, ha luchado unido por la causa que siempre ha defendido: el derecho a ser libres.  La libertad y el futuro de Elián han unido en un mismo combate a tres generaciones de cubanos.  Para luchar contra el poderío y la organización propagandística dirigida desde la Habana hemos contado con el refuerzo de hermanos hispanoamericanos.  Norteamericanos que comprenden el valor de la libertad y lo que sufren los que no la tienen, nos han brindado su valioso apoyo.  Clérigos de diferentes denominaciones, unidos han elevado preces al Altísimo en pos de la justicia y la paz.  ¡Estos son logros de altos quilates!  

   Sin claudicar, con renovados bríos continuemos en busca de la libertad de Cuba, siguiendo una estrategia más depurada, más eficiente:  Convenciendo con el poder de la razón, con la serenidad que emana de lo justo...   nunca, de ningún modo imponiendo nuestros criterios con la fuerza de la violencia, la impetuosidad y la pasión.  Convirtiendo en amigos a los indiferentes, a los desinformados... aún a aquéllos que, sin estar aliados a nuestro enemigo,  nos rechazan por nuestro origen.  Agradeciendo el abrazo fraterno de los hombres y mujeres de otros pueblos que nos han alentado con su presencia solidaria.  Aplaudiendo los esfuerzos de profesionales  norteamericanos y cubano-americanos que con sus conocimientos legales mantienen vivas nuestras esperanzas.  ¡Pidamos a Dios lo necesario para mantener la unidad que hemos logrado! 

   Del libro “Cristo o Castro”, escrito por el inolvidable actor cubano Jesús Alvariño, tomo esta frase que resume en pocas palabras el contenido de los párrafos precedentes: “La unión hace la fuerza y la fuerza el triunfo”