El ahorro: influencia en el bienestar nacional

Autor: Manolo Campa

 

   El año ha comenzado bien para la nación norteamericana.  En su primer trimestre la economía de los Estados Unidos se muestra sólida.  El desempleo ha descendido a uno de sus índices más bajos.  Las universidades prestigiosas, y las no tan prestigiosas, operan con sus capacidades a tope.  Las entidades bancarias, al pagar bajos intereses y cobrar por servicios que hasta hace poco no cobraban, están muy florecientes.  En pocos años se convierten en millonarios los jóvenes que despuntan en el béisbol, el fútbol de la pelota de dos picos, el baloncesto, el boxeo, el golf.  Igualmente reciben salarios astronómicos los músicos y los artistas de cine y televisión. 

   Si un joven no tiene las condiciones físicas para destacarse en los deportes, también puede llegar a ser rico como plomero o techador.  Hay otras profesiones, bastante menos remuneradas, que todavía conservan algo del prestigio de otras épocas:  médicos, abogados, profesores.  Los maestros –exagero en busca de impacto- van siendo menos porque abandonan la carrera en busca de mejor paga y menos trastornos.  Así los vemos dejar las aulas y convertirse en chóferes de camiones, promotores de fiestas de Quince, representantes de atletas, instructores de “aerobics”, etc. 

   Juristas han abandonado la ciencia del derecho para, vistiendo la camisa de rayas y haciendo sonar el silbato, arbitrar partidos de baloncesto.  También, aunque no me consta, es posible que médicos en busca de mejores horizontes económicos, y sin las presiones de los “acheemeos”, hayan dejado de practicar la medicina para ejercer la plomería.   

   Personalmente he comprobado como la economía y el desempleo van de la mano.  Me explico:  Desde que disfruto, con paga, el no hacer nada –estoy jubilado- he recibido muchas ofertas de trabajo... voluntario.  Mis hijos, con la noble intención de mantenerme haciendo algo, me han dado la oportunidad de ejercer como niñero, transportador de escolares, instructor de deportes.  Los represento a ellos en mítines de la Asociación de Padres y Maestros.  Tomo fotos en bautizos, graduaciones de kinder, primeras comuniones, confirmaciones, fiestas de cumpleaños.  Actúo como investigador privado rastreando calcetines, corbatas, cinturones, libros y libretas perdidos.  También me desempeño como chef especializado en meriendas nutritivas, como mediador en riñas por el derecho a manipular el televisor, como profesor fracasado de matemáticas modernas que al no lograr entender no puedo explicar.  Cazo ranas, lagartijas e insectos para ser utilizados en estudios de infantiles científicos. 

   Estas tareas y otras más que pueden incluirse en la descripción de servicios de los abuelos, realizadas por amor, ayudan al ahorro de divisas en los hogares.  Por lo tanto, queda demostrado que los hombres y mujeres que tienen el privilegio de ser abuelos, son influencia de pe$o en el bienestar nacional.

 

En serio:

   Nunca ha sido fácil tratar de transformar al hijo niño en un hombre.  Es gestión ardua, difícil.  Hay padres que se ganan surcos en la frente e hilos de plata en las sienes tratando de edificar hombres.  Es obra que requiere amor y tenacidad. 

   Con dolor he escuchado a hombres, económicamente bien situados, decir:  “Yo le doy a mi hijo todo lo que se le antoje para que no tenga que sufrir las ‘privaciones’ que yo sufrí”.  A esos forjadores de alfeñiques y desajustados sociales dedico las ideas que siguen: 

--- El evitar que tu hijo sufra las “privaciones” que hicieron de ti un hombre es tu peor error.  Quizás tuviste que esforzarte duro para poder llegar... pero llegaste.  Privarle de su esfuerzo no es el mejor medio para que logre su formación y desarrollo. 

--- Prívale de tener que esforzarse... de tener que trabajar a temprana edad... de tener que aceptar responsabilidades.  Facilítale una existencia suave.  Dale el privilegio de una buena educación sin que tenga que luchar por ella o hasta que ignore el esfuerzo que haces para ello.   

   Estas son ventajas que tú no tuviste.  Sin embargo, hay algunas cosas que olvidas.  Sin esfuerzo no puede haber desarrollo.  Los mejores forjadores de carácter que se conocen son:  el trabajo y las responsabilidades.  Tener que luchar y sacrificarse por una educación ha ayudado a numerosos hombres a desarrollar la persistencia y capacidad para trabajar que hicieron posibles sus éxitos.   

   Los obstáculos y los problemas que te sirvieron a ti de trampolín al triunfo han sido completamente eliminados.  Tu hijo, en lugar de retos tiene “ventajas”... y las ventajas no forjan héroes. 

   Ayuda a tus hijos, sí... ayúdalos a ser hombres... hombres de carácter, de voluntad férrea, enérgicos, constantes, capaces de amar y comprender, capaces de fijar un rumbo en sus vidas y alcanzarlo.  Que tu hijo sea de ésos que define Pablo VI cuando habló de “los que pisan fuerte, tienen estilo, con puesto en las profesiones, con influjo en la vida”.