Dietas de verano

Autor: Manolo J. Campa

  

El verano con su temporada de playa logra que muchos, sin sentido religioso, observen un riguroso régimen de ayuno y abstinencia.  Este martirio alimenticio se conoce popularmente con el nombre de dieta.  A la dieta se someten jóvenes y viejos.  Los primeros para lucir la lozanía de la juventud y los segundos para disimular las  chapucerías que van dejando los años. 

   La dieta es la cirugía plástica sin bisturí, a poco costo y mucho sacrificio.  Es un plan privado de embellecimiento público.  Toda dieta exige voluntad para someterse al sacrificio de pasar hambre.  La insaciabilidad tiene dos caras: Para la persona gruesa que deja de comer teniendo comida, el hambre es un ejercicio, un deporte... y una tortura es para el que no come porque no tiene que comer. 

   A los gordos de verdad –los que nunca han podido dejar de serlo- lo que más angustia les causa es desaprovechar el buen apetito dejando de comer.  Son especialistas en pretextos, razones y excusas para salirse siempre de los planes dietéticos.  Comen más hoy en la esperanza de comer menos mañana... y al día siguiente comen como lo hicieron hoy, jurando que pasado mañana volverán a la dieta con más rigor. 

   Hay gordos satisfechos que aceptan la panza y la papada como signos de prosperidad, algo así como la leontina y los dientes de oro en otra época.  Para los flacos y para los gordos siempre existe un consuelo:  la gordura no favorece la elegancia pero disimula las arrugas... los flacos se arrugan más pero de lejos parecen jóvenes.         

   Las dietas se comienzan en el presente para lucir bien en el futuro:  se nos casa un pariente... la sobrina que vive en Hialeah o la prima solterona que ¡al fin! conquistó al cocinero viudo de “La Cuchara Grasienta”, que además de fonda es foro donde dan palique los viejos jubilados que defienden con su verborrea la actuación de un equipo deportivo o reclaman la libertad de los pueblos oprimidos. 

   Algunas dietas son solamente para personas con facilidad para las matemáticas.  Hay que sumar las calorías y los carbohidratos con la habilidad y el interés con que se calculan las deducciones en la declaración de “Income Tax”. 

   Mi esposa lleva mejor la cuenta de los carbohidratos que la de la libreta de cheques donde unas veces resta mal y otras ni resta.  Cuando la acompaño a comprar los víveres tengo que hacer uso de toda mi reserva de paciencia... desperdiciamos un tiempo precioso porque ella tiene que hacer un conteo de calorías y proteínas a cada alimento que va a comprar. 

   Su dieta es y no es efectiva.  Lo es, porque baja de peso, y no lo es, porque le aumenta el mal humor.  Cuando ella se pone a dieta, el resto de la familia, sin comerlo ni beberlo, pagamos los platos rotos:  Sufre ella por comer moderadamente y nosotros porque ella se “bestializa” cuando se queda con hambre.

 

EN SERIO: 

   Utilizando el derecho a la libre expresión del pensamiento, frecuentemente oímos o leemos en los medios de comunicación opiniones que crean confusión, tergiversan la verdad, van en contra de la moral, siembran el odio entre los hombres de diferentes razas u orígenes o defienden intereses indefendibles.  Disimuladamente algunas veces y otras con mal intencionada propaganda, se tratan de establecer leyes y ordenanzas que harían mucho daño a la ciudadanía si son aprobadas. 

   No podemos cruzarnos de brazos y quedarnos sentados en nuestras casas sin enfrentarnos a los que atentan contra la tranquilidad, el futuro y la seguridad de los nuestros.  Es hora de actuar.  Se dice, con mucha razón:  “El mal avanza, más que por la acción de los malos, por el cansancio y la indiferencia de los buenos”. 

   Respaldo y admiro a esos hombres y mujeres que dedican su tiempo, sus esfuerzos y recursos en defensa del derecho a nacer.  A estos luchadores de hoy se deberá que algún día se rectifique el error de una ley que ha costado más vidas que las que segó la metralla en las últimas guerras padecidas en nuestro planeta. 

   Nuestra mejor defensa contra los enemigos de la moral y el orden es nuestra ofensiva.  Habla, escribe, vota, respalda, contribuye y arrastra a otros a hacer lo mismo.  Informa a los que no lo están.  Alienta a los desanimados y motiva a los indiferentes.  Párate firme en defensa de tus principios cristianos.  Te repito: es hora de actuar.  “La tierra necesita de unos hombres llenos de Dios que luchen por la justicia”. mcampa@bellsouth.net