Resoluciones incumplidas

Autor: Manolo J. Campa  

 

 

   Al comenzar el año pasado me propuse hacer lo necesario para conservar la salud, mantener el buen funcionamiento de mi automóvil y mejorar mi sociabilidad.  Aquí voy a hacer una revisión sincera de lo sucedido con aquellas buenas intenciones.       

   Buscando recuperar la movilidad que los años van quitando, empecé a caminar en la primavera.  No perseveré. Durante el verano por el calor. En el otoño por la ventolera que levanta el polvo que da coriza.  Y en el invierno porque el frío del trópico que estimula a otros a ejercitarse al aire libre, a mi me incita a descansar bajo techo.  

   Apremiado por la autoridad a cargo de la salud familiar –mi esposa-, una vez agotadas todas las evasivas, me sometí al martirio de visitar al médico.  A regañadientes “fui al doctor” para el examen físico, esa desagradable disciplina anual de la cultura norteamericana.  

   Cuando era joven, en la visita a la consulta del médico, me inquietaban el pinchazo en el dedo para el examen de la sangre y la paleta para empujar la lengua hacia abajo y poder examinar la región de la campanilla.  A esos procedimientos sume el que tenemos que soportar los hombres mayores para el examen de otra área de la fisiología masculina que se atrofia con los años y comprenderá porque padezco de “galenofobia”.  

   Para mantener nuestro automóvil en buenas condiciones, decidí, como medida de mecánica preventiva, verificar cada quince días la presión del aire en los neumáticos y los líquidos en el radiador y en los limpiaparabrisas.  Dos veces cumplí lo planeado.  Después me olvidé y volví a revisar el aire en las gomas cuando la servicial viejita peruana que todo lo nota, que está al tanto de lo que sucede en el barrio, me avisó un día a las seis de la mañana que tenía un “flat tire”.  

   Para hacerle más llevadera la existencia a mis semejantes me propuse ser más paciente, tolerante, ecuánime. Cada vez que sufrí el suplicio de acompañar a mi mujer a ir a las tiendas, hice penitencia por todos mis pecados… los graves, los veniales…los de mi vida pasada, presente y los que cometeré en el futuro.  

   Para comprar un pañuelito para lucir al cuello, que “hiciera juego” con los zapatos y la cartera, se miró en el espejo incontables veces, con la mayor calma, en un estudio minucioso del efecto de aquel trapito de seda en la visión de conjunto del ajuar.  

   El espejo para las damas tiene la última palabra porque los esposos, para acelerar el proceso de selección de nuestras damas, elegimos lo primero que se nos muestra.  Desde que se conoció la sinceridad del espejo de la madrastra de Blancanieves, las esposas, en materia de apariencias, colores, fachas, confían más en las lunas de cristal que en las opiniones de sus maridos.     

 

EN SERIO:

 

   Donde vivo, en el sur de la Florida, las autoridades que se ocupan de la protección a los animales pueden detener la tendencia a desaparecer de las especies en extinción.  Lo hacen uniendo los esfuerzos de muchos sectores para lograr el fin deseado… y lo logran.   

   Este debe ser el método a seguir por nosotros en estos momentos en que poderosos intereses buscan eliminar la influencia cristiana en la nación.  Restando valor a la moral cristiana, presentando sus normas como arbitrarias y anticuadas pretenden quitarle vigencia a los valores cristianos en el siglo veintiuno.  Tratan de que el cristiano sea una especie humana en extinción.  

    Nos han hecho un reto que no podemos ignorar.  No nos dejemos arrebatar el derecho a que se nos oiga y se tengan en cuenta nuestros criterios a la hora de formular las leyes del país. Manifiéstate utilizando todos los medios a tu alcance. Vota sabiendo a conciencia por quien lo haces.  Escribe, habla, debate, insiste…  Aquí tienes una resolución para el 2006.