Precursores de la Rerum Novarum

Autor: Manolo J. Campa  

 

 

Vivíamos los primeros años de la década de los noventa.  Por Radio Paz el Padre Romeo Rivas transmitía un programa sobre la Doctrina Social de la Iglesia, materia sobre la cual tenía vastos conocimientos y anhelaba que todos los católicos conocieran.  

   Versado en las técnicas radiales –en Honduras tuvo un programa de mucha audiencia- estaba buscando otra voz para hacer su programa dialogado.  Un miércoles, durante la charla que se estaba dando en la Sala de Rollos, me encontró en uno de los pasillos y me pidió que fuera a su oficina.  Pensé que me iba a “halar las orejas” por estar dando mal ejemplo “haciendo labor de pasillo” a destiempo.  

   Pero no, me citó para hacerme una evaluación académica.  De sopetón me preguntó “¿Qué sabes de Doctrina Social de la Iglesia? ¿Sabes que en 1891, León XIII escribió la encíclica Rerum Novarum que se ocupa de los derechos y deberes con que obreros y patronos deben convenir entre sí y de los remedios para defensa de la justicia y para dirimir todo conflicto entre las dos clases?”   

   Sin darme tiempo para asimilar aquellas preguntas, continuó su tanteo: “Me imagino que conoces la encíclica Quadragesimo Anno, escrita en mayo de 1931 por el Papa Pío XI, donde manifiesta: la experiencia de tantos años demuestra que la Rerum Novarum es la Carta Magna en que debe fundamentarse toda la actividad cristiana en las cosas sociales”.    

   Debí contestar: Se poco… muy poco.  Pero, para disimular mi ignorancia, me fui por las ramas y dije: “Con sinceridad tengo que decirle que nuestra Iglesia, en asuntos sociales, llegó con retraso.”  El Padre Rivas, sin pestañear, me enfocó con una mirada de destripador, parecida a la de los boxeadores cuando están en medio del cuadrilátero escuchando las palabras del árbitro antes de empezar a darse porrazos.  

   Creyendo que iba bien, continué: “En 1847, Marx publicó ‘El Manifiesto Comunista’… y es, cuarenta y tantos años después, en 1891, cuando León XIII lanza la encíclica  ‘Rerum Novarum’…  Con sinceridad brutal, repito: la Iglesia llegó tarde.”  

   El, entonces, Director Espiritual del MCC, tratando de no “perder la tabla”, siguió interrogándome: ¿Qué tiempo hace que eres, o crees ser, dirigente? “Desde 1964”, le contesté con “santo” orgullo.  Recibí otra mirada, esta vez menos intimidante, la del maestro que comprende las limitaciones intelectuales del alumno.  

   Súbitamente se puso en pie.  Con paso firme se dirigió hacia la estantería de sus libros, susurrando palabras que pude oír: “Brutal viene de bruto… 1964… al que nace pa’ burro las orejas le caen del cielo”.  Haciendo esfuerzos para mantener la serenidad regresó y se sentó.  Tomando la palabra de nuevo, con firmeza dijo: “Antes de la ‘Rerum Novarum’ hubo un gran número de católicos que se ocuparon, con mucho empeño, en la cuestión social.  Esa obra de hombres eminentes, se inició antes de la más temprana literatura de Marx, que está representada en el Manifiesto Comunista de 1848… no de 1847, como tú dijiste”.  

   Hizo una pausa, como hace el toro antes de embestir al torero, y continuó diciendo: “Muchos enemigos de la Iglesia y también muchos católicos ignoran este hecho y dicen eso que acabas de decir tú: ‘La Iglesia siempre ha llegado tarde’.  Ojalá un día de estos alguien hiciese un estudio sobre el asunto”.  

   Dejó de hablar… y como iluminado por una idea repentina, salió disparado en busca de un libro… que puso en mis manos diciéndome: “En tus tiempos libres, saca de aquí referencias sobre los hombres que se anticiparon a la encíclica de León XIII para darlos a conocer…”.  Con el transcurso de los años aquellos apuntes fueron a parar al “rastro del olvido”.  Ahora, alentado por el refrán para los desmemoriados “más vale tarde que nunca”, para cumplir la petición del Padre Rivas, los transcribo a continuación: 

 

PRECURSORES DE LA RERUM NOVARUM

 

   1828: El líder católico Villeneuve-Bargemont, en sus obras “Libro de los Afligidos” y en 1839 “Economía Política y Cristiana”, pide la instrucción técnica, el salario justo y la asociación profesional.  

   1830: Líderes Católicos formaron en Francia el grupo “Le Avenir”.  De ellos se ha afirmado que jamás existieron escritores que hayan procurado, con tanto desinterés, la suerte de los trabajadores, ni que hayan puesto mayor empeño en dar a la clase obrera todo cuanto un ser racional y afectivo puede necesitar.  

   1838: El Arzobispo de Rouen y el Obispo de Annecy, a partir de ese año, condenan el trabajo de los niños y el excesivo horario de trabajo.  También el Obispo de Cambray, el Arzobispo de París y el Obispo de Speir, Baviera, condenan la explotación de los trabajadores.  En España, el Obispo Sardá y Salvany, es otro a mencionar.  

   1860: Leon Harmel instaura los subsidios familiares, subsidios de vejez y cajas de ahorro.  

   1877: El propio Cardenal Joaquin Pecci, en la Cuaresma de ese año, denunciaba en su pastoral “La Iglesia y la Civilización” como “las escuelas modernas de economía política, infestadas de incredulidad, consideran el trabajo como fin supremo del hombre y no lo consideran mejor que a una máquina…”.  Al año siguiente sería elegido Papa y tomaría el nombre de León XIII.  

   1879: En Austria, Von Vogelsang crea una revista mensual para la reforma social cristiana.  El Príncipe Lowenstein es el inspirador del Centro de Estudios Sociales de Frankfurt.  Albert de Mun y el marqués de Latour-du-Pin, crean y animan el Comité de Estudios Sociales de París.  Monseñor Domingo Jacobini preside el Círculo Romano de Estudios Sociales y la Sociedad Artística de la Caridad Recíproca, con el apoyo y colaboración del Cardenal Mermillod cuando se encontraba exiliado en Roma.  

   1884: El Cardenal Mermillod, al ser nombrado Obispo de Friburgo, reunirá a los organismos mencionados en el párrafo anterior y nacerá la Unión Social Católica de Friburgo, donde colaborarán todos los principales pensadores sociales de Alemania, Francia, Suiza, Austria, Italia, España y Bélgica.  

   1890: Daniel Legrand lanza la idea de una legislación internacional del trabajo que triunfa parcialmente en 1890 en el Congreso Internacional de Berlín, al que asistió un Delegado Pontificio, y definitivamente en 1920, en la Oficina Internacional del Trabajo.  

   Monseñor Ketteler, en Alemania, con su “Cristianismo y la Acción Obrera” (1864) y su “Programa” (1869); el Cardenal Manning en Inglaterra luchando junto a los obreros por la reglamentación del trabajo; el Cardenal Gibbons en EE.UU., defensor incansable de los Caballeros del Trabajo, organización sindical, son otros tantos ejemplos destacados de la acción decidida de la Iglesia.  

   Estos son algunos de los hombres que se anticiparon en la formulación de buena parte de la doctrina incorporada a la gran encíclica de León XIII.  Efectivamente, “la obra de muchos de estos católicos eminentes se inició con anterioridad a la más temprana literatura de Marx”.