Una llamada a las madres del mundo

Autora: Magaly Llaguno

Fuente: Vida Humana Internacional

 

En las últimas décadas se ha desatado en el mundo una guerra contra la maternidad. Esta guerra no puede haber surgido más que del "padre de la mentira", como llamó Jesús al maligno. De ahí la astucia con que se manipulan los términos "derechos reproductivos" o "salud reproductiva", que en su sentido pleno deberían asegurar no sólo el derecho a espaciar los nacimientos (cuando hay motivos serios), sino también el derecho a tener una familia numerosa cuando se desee. Sin embargo, parece que lo único que les preocupa a las organizaciones de control natal (o antinatalistas), es el "derecho" a evitar los hijos por cualquier medio, aunque éste sea dañino para la mujer o inclusive mortal para su bebé por nacer. 

Para estas organizaciones interesadas en reducir por cualquier medio la población de los países en desarrollo, la capacidad de ser madre, ese maravilloso don de Dios, es algo que hay que controlar mediante los anticonceptivos, los fármacos abortivos, el aborto quirúrgico y la esterilización. Todas estas formas -sustancias dañinas, artefactos o procedimientos - aplicadas a las mujeres, impiden o dificultan el funcionamiento normal de sus órganos reproductores. Y lamentablemente, en la inmensa mayoría de los casos, antes de su aplicación estas mujeres no son informadas de los efectos dañinos o abortivos de la píldora, del dispositivo intrauterino (DIU o IUD), del Norplant, de la Depo-Provera, etc. 

Además, estos métodos resultan muy humillantes para la mujer. Si a las camellas les ponían piedras en el útero para que no quedasen embarazadas durante los largos viajes por el desierto, de la misma forma, hoy se sigue poniendo el peligroso DIU en el útero de la mujer, a pesar de los daños que ocasionaron y que suscitaron miles de demandas judiciales contra los fabricantes en los Estados Unidos. ¿Acaso podemos tratar a las mujeres como animales, sobre todo a las del Tercer Mundo, quienes no pueden demandar a los fabricantes de estos peligrosos artefactos y fármacos? 

A nadie se le ocurriría operar a una persona para destruirle su capacidad de ver, oír, hablar o caminar; o para extirparle un brazo, un pie o un órgano sano. Sin embargo, mediante la esterilización, incontables operaciones se realizan en hombres y mujeres para destruirles la capacidad de poder tener hijos. En Chile, cerca de 1,500 mujeres fueron esterilizadas con la quinacrina, una sustancia que puede causar cáncer. Son una pequeña parte de los 80,000 experimentos realizados en mujeres con quinacrina en el mundo. 

La organización antinatalista Family Health International, que ha apoyado estos experimentos, ha decidido recientemente no llevarlos a cabo en animales por falta de fondos. Parece que los animales tienen más derechos que las mujeres del Tercer Mundo, quienes son utilizadas como conejillos de Indias para probar nuevos anticonceptivos y ver si son "buenos" para las mujeres de los países desarrollados. 

En relación a esto último, un editorial de la prestigiosa publicación médica inglesa The Lancet sugirió que debe tratarse a las mujeres de los países en desarrollo de forma diferente que a las de los países ricos. Dicha afirmación causó gran controversia entre los grupos feministas que apoyan la "salud reproductiva", pero, ¿qué han hecho estos grupos para proteger a las mujeres del Tercer Mundo? 

Inclusive, a muchas mujeres de los países en desarrollo se les presiona y se les obliga a aceptar estas sustancias y artefactos. En China, a las mujeres se les obliga a abortar a todos los hijos concebidos después de nacido el primero; se les implanta el DIU; o se les esteriliza aún en contra de su voluntad. ¿Qué han hecho estos grupos feministas ante esta situación? 

Es indudable que los enemigos de la maternidad han engañado atrozmente a las mujeres. Ellas quedan encadenadas al uso crónico de anticonceptivos dañinos y abortivos, deben sufrir repetidos abortos provocados quirúrgicamente, o bien, mediante la esterilización, se les priva definitivamente de su capacidad reproductora. De esta forma están totalmente disponibles al capricho de los hombres. ¡Y a esto el actual feminismo le llama "liberación"! 

No habrá verdadera liberación mientras que la mujer y su esposo no compartan una mutua responsabilidad y ejerzan de verdad una paternidad responsable, basada en el respeto y la valorización de la propia paternidad. La utilización de los modernos métodos de la regulación natural de la familia, cuando existen razones serias para espaciar los nacimientos de los hijos, es una lógica alternativa. Estos modernos métodos no dependen de que la mujer sea regular, son fáciles de aprender, muy efectivos (95-99%) y no cuestan nada. Además, no imponen pesadas cargas a la mujer, no tienen ningún efecto adverso para su salud y hacen responsable al hombre también del uso de su fertilidad, logrando así una mayor cooperación mutua y armonía entre los esposos. La planificación natural de la familia es la alternativa más sana y menos dañina, la única que protege la ecología interna de la mujer, su dignidad y su don de la maternidad. 

Y es que el verdadero feminismo valoriza a la mujer en todas sus facetas, incluyendo la maternidad. Es lo que expresó la Madre Teresa de Calcuta al dirigirse por carta a las mujeres reunidas en Pekín, para la IV Conferencia Mundial de la Mujer de 1995: "Quien destruye la maternidad, destruye el regalo más precioso que Dios ha hecho a las mujeres". 

Este artículo es un resumen de la conferencia dictada por la Sra. Llaguno durante el I Congreso Internacional por la Vida y la Familia celebrado en Panamá, del 3 al 5 de mayo de 1996. Dicha conferencia está totalmente documentada.